La maldición del analítico: detrás de la heterodoxia
Una de las cosas que más traen admiración es ver a alguien con un alto nivel de conocimiento, junto con un juicio excelente para manejarlo. El conocimiento y el juicio, entendido como la capacidad de manejar ese conocimiento, deben ir de la mano. Sin las dos juntas, nos puede causar conflictos emocionales, sociales y crisis espirituales. En este artículo quiero poner de manifiesto las consecuencias de ser una persona inquisidora respecto a la propia fe. No voy a abordar ningún tema teológico específico; solo quiero compartir, desde mi experiencia personal, cómo este fenómeno surge, evoluciona y afecta a la persona a nivel interno y externo. Puse como portada a uno de mis personajes favoritos, Agustín de Hipona, y al final de este artículo entenderás por qué.
La culpa es del entorno
Nacemos con un modelo lógico básico determinado[1], y cada individuo tendrá
una “lógica intuitiva” más desarrollada que otro[2]. Durante una etapa
temprana de la vida, uno puede darse cuenta de que el entorno en el que se
encuentra opera bajo una lógica superficial. Esto lleva a hacerse preguntas que
no muchos consideran, ya que una capacidad lógica más desarrollada te permite
identificar inconsistencias que otros pasan por alto. Pues, ciertos
planteamientos o enseñanzas que se nos impartieron parecen no encajar dentro de
un marco lógico más robusto.
Supongamos que las enseñanzas A y B
pertenecen a una misma categoría; esto implicaría que la lógica detrás de A
debería ser equivalente a la lógica detrás de B. Sin embargo, alguien con una
lógica más refinada puede detectar que A no comparte la misma equivalencia
lógica que B, a pesar de que se supone que ambas están en la misma categoría.
Pongo un ejemplo práctico. En la
escuela se nos enseña que “hay que respetar las opiniones de los demás”
(enseñanza A) y que “las opiniones deben basarse en hechos para ser válidas”
(enseñanza B). Ambas enseñanzas suelen presentarse como parte de una misma
categoría: normas de convivencia y pensamiento crítico.
A simple vista, parece que A y B son
lógicas y complementarias, pero una lógica más refinada podría identificar una
contradicción. Si respetamos cualquier opinión (enseñanza A) sin cuestionarla,
entonces no estamos exigiendo que cumpla con la lógica de estar fundamentada en
hechos (enseñanza B). Esto crea un conflicto lógico: ¿cómo podemos respetar una
opinión que carece de fundamentos válidos, si al mismo tiempo creemos que las
opiniones deben basarse en hechos? Una mente más analítica detectaría que estas
dos enseñanzas, aunque parecen pertenecer a la misma categoría, no son
completamente equivalentes ni coherentes entre sí.
Entendido esto, quiero que lleves este
fenómeno a la religión. Sucede exactamente lo mismo. Alguien a temprana edad,
con una lógica muy pulida, puede darse cuenta que ciertas enseñanzas no parecen
tener una consistencia lógica sólida. Esto le resta poder persuasivo para el
individuo y simplemente no va a poder creer, o aceptar, esa enseñanza. En el
peor de los casos, el individuo va a ser presionado a creer esa enseñanza, directa
o indirectamente, pero no será fácil porque se encuentra en medio de una disonancia
cognitiva. Como posibilidad, esto puede crear en él un sentimiento de culpa y
pensará que hay un problema en él (como la supuesta culpa de “falta de
espiritualidad”, etc.), cuando en la mayoría de los casos, el problema es la
enseñanza per se, no la persona.
En conclusión, uno nace, o desarrolla con rapidez, la capacidad de ver las inconsistencias lógicas de manera muy natural, muy lejos de estar motivadas por un tipo de rebeldía. En la desesperación de estar en un “entorno” que no te da respuestas satisfactorias a las inconsistencias o preguntas que planteas, tarde o temprano terminarás buscando las soluciones fuera del “entorno”, es decir, te mudarás de un entorno a otro.
Búsqueda de respuestas
Primero, la persona no se siente cómoda
estando presionada a creer, o aceptar, una enseñanza que tiene problemas
internos por sí sola. Esto se da gracias a su pensamiento analítico bastante
desarrollado. Esta persona se encuentra en el Entorno 1 (E1), que es donde
nació y creció. El E1 está compuesta de personas comunes, con una lógica promedio,
y viven solo su presente sin pensamiento crítico. Con una capacidad analítica
limitada, no se dan cuenta de las inconsistencias lógicas, ya sea grandes o pequeñas,
pero importantes, de sus opiniones o creencias. La pregunta es, ¿se va a sentir
cómoda esta persona de pertenecer a un entorno que es inferior a él en términos
de capacidad analítica? No será nada cómodo. En este caso, a la persona le conviene
salir del E1 e ir a otro donde el entorno también comparta su mismo nivel
intelectual y lógico, a este le llamaremos el Entorno 2 (E2). A manera de
ejemplo:
Es como si la persona estuviera armando
un rompecabezas, pero se da cuenta de que las piezas, aunque parecen ser del
mismo conjunto, no encajan entre sí. A simple vista, parece que todas las
piezas deben formar una imagen coherente, pero al intentar encajarlas, la
persona nota que no hay una conexión lógica, que hay piezas que simplemente no
coinciden, o tal vez las piezas sí coinciden, pero no los colores, ni la imagen
a construir. Las personas a su alrededor, con una lógica menos refinada, no se
percatan de esta disonancia, ya que siguen armando el rompecabezas como si todo
estuviera en su lugar, sin cuestionar nada. La imagen parece tener sentido para
ellos, porque no están mirando con el mismo nivel de atención o profundidad.
La persona, con una capacidad lógica más
desarrollada, comienza a sentir que algo no encaja, y esa sensación de
incomodidad se vuelve cada vez más fuerte. Esta persona no puede ignorar la
falta de coherencia en el proceso, ya que su mente detecta las piezas que no
encajan, las inconsistencias que otros no perciben. En lugar de continuar en un
entorno donde las piezas no se unen correctamente, la solución lógica para ella
es salir de ese entorno (E1), donde la lógica es superficial y no cuestionada,
y encontrar un lugar donde las piezas realmente encajen (E2), donde las
personas comparten una capacidad analítica similar y pueden ver las mismas
inconsistencias.
Esta es la lógica detrás de las personas
que, como yo, han experimentado incomodidad o grado de rechazo a grupos de tipo
E1. Una persona promedio se le hará difícil entender cómo funciona la mente de
otra persona que puede usar la lógica en múltiples escenarios posibles en su
mente, comparando un escenario con otro, y finalmente detectando la debilidad
del “razonamiento” que la persona promedio le presentó. Una mente como esta
puede tomar un “razonamiento” y hacer comparaciones mentales de situaciones
hipotéticas usando la lógica del mismo razonamiento para evaluar su solidez. Obviamente
no solo se reduce a situaciones hipotéticas, sino a contextos reales, tanto
matemáticos como empíricos. Cuanto mayor sea el alcance de esta lógica, más
fácil será identificar inconsistencias o debilidades en los razonamientos.
Cuando la persona ha identificado y ha
reconocido que se encuentra en un entorno insatisfactorio, este se sentirá impulsado
por explorar otros entornos donde la lógica, el razonamiento, y el conocimiento
sean tomados con la seriedad que corresponde, i.e, el E2. El E2 será el lugar
satisfactorio para la persona, donde la exactitud lógica es lo primordial, y
donde las inconsistencias lógicas no son toleradas, tal y cómo la persona es. En
el contexto religioso, estos grupos serán altamente filosóficos. La filosofía
es el amor a la sabiduría, y en la sabiduría no hay huecos ni inconsistencias,
porque la misma palabra “sabiduría” implica entender, juzgar y conocer.
Es aquí cuando la materia de Filosofía de la Religión juega un papel
importantísimo, porque esta pretende como único objetivo entender la religión y
dar respuesta a las cuestiones más difíciles. Cubre un abanico de ciencias,
siendo las principales: antropología, teología, filosofía, psicología e
historia.
Cuando la persona ya se encuentre en el E2, necesariamente sentirá alivio y satisfacción. En esta comunidad resolverá muchas de sus cuestiones, adquirirá conocimiento de los más experimentados y, obviamente, su lógica se irá puliendo mucho más. Cuando él comienza a disfrutar de estos beneficios y decide utilizar estas herramientas para profundizar en su fe y comprender mejor las enseñanzas de su iglesia o denominación, es entonces cuando la maldición empieza a entrar a su vida.
La maldición
Ahora estás mucho más preparado para evaluar
cualquier razonamiento de manera estructurada y sistemática; eres muy poco influenciable,
¿dónde está lo malo?
Las personas que aprendieron a usar
herramientas de estudio y pulieron su lógica, haciéndolas más atentas para la
detección de falacias, inevitablemente todo deberá ser analizado bajo la lupa
de la lógica. Todo lo que observan alrededor, todo lo que oyen y ven, debe ser
analizado cuidadosamente con la aplicación lógica correspondiente, buscando la
conclusión más racional posible. Esto sucederá en todo momento y en toda hora.
Si asisten a la iglesia y escuchan un razonamiento, lo analizarán de manera muy
racional. Dado que el pastor, o sus líderes, no tienen entrenamiento en la
construcción de razonamientos sólidos, la confianza en ellos se irá perdiendo
poco a poco. Este proceso los conducirá a cuestionar las enseñanzas bíblicas, o
dogmas, que se les transmitieron de pequeños. Encontrarán errores, tanto
lógicos como intelectuales. Su decepción y, en algunos casos, desesperación,
los hará tomar decisiones diferentes. Algunos renunciarán, otros se quedarán,
pero con la incomodidad interna; otros buscarán maneras de racionalizar tales
problemas con el fin de seguir creyendo lo que la religión ya enseña, y otros
también se quedarán, pero admitirán su heterodoxia a pesar que pueden ser excomulgados
o expulsados. A este último grupo pertenezco yo.
Hay que tomar en cuenta que la heterodoxia
no es producto de la rebeldía, es decir, de creer “lo que me de la gana creer”.
Precisamente la heterodoxia se produce cuando se hallan problemas reales a las
enseñanzas transmitidas. Algunos podrían llamarme “loco” por no creer en algunas
doctrinas, ¡pero mi intención real detrás es dar solución a las locuras
que la misma doctrina conlleva! Otros me han dicho que he complicado las
enseñanzas innecesariamente, cuando la realidad es lo contrario: estoy proponiendo
soluciones a las complejidades que la enseñanza oficial ya tiene. La
diferencia es que la mayoría no se da cuenta de las complejidades y problemas que
una enseñanza puede tener. Es mi deber detectar estas complejidades, darlas a
conocer, y proponer soluciones que, obviamente, pueden sonar complejas. Como
puede ser obvio, la complejidad de mi solución va a ser proporcional a la complejidad
de la doctrina, pero la mayoría simplemente no lo entiende. Voy a poner un caso
real de mi denominación Testigos de Jehová. Señalaré el problema y al final
propongo una solución:
En Mateo 24:45-51 y Lucas 12:42-26 se
habla del famoso “esclavo fiel y prudente” (TNM). La Organización enseña que
este “esclavo fiel y prudente” es, en efecto, el Cuerpo Gobernante y fueron
elegidos en 1919 por Jesucristo después de su entronización en 1914. El punto en
cuestión es la identidad del “esclavo fiel y prudente”. Voy a señalar los
siguientes puntos:
- En Lucas 12:41 el apóstol Pedro nos
revela que esto es una parábola, no una profecía[3]. Él usa la palabra παραβολὴν (parabolen).
- En la parábola no solo está el “esclavo fiel” sino que también está el “esclavo malo”, lo cual introduce una dinámica de contraste.
- Jesús enseñó que el esclavo sería revelado al final de la gran tribulación (Luc. 12:43, 47-48).
- En 1919 aún no existía un “Cuerpo Gobernante”, solo estaba Joseph F. Rutherford y él tomaba todas las decisiones.
Preguntas a considerar:
- Si, en una parábola, los personajes no son reales, ¿por qué la Organización interpreta el “esclavo fiel y prudente” como una profecía literal, y lo asocia directamente con el Cuerpo Gobernante de 1919?
- ¿Por qué la Organización omite la figura del “esclavo malo” al interpretar la parábola, cuando Jesús claramente hace un contraste entre ambos esclavos?
- Si el “esclavo fiel” es revelado al final de la gran tribulación, ¿por qué la Organización interpreta que el Cuerpo Gobernante fue elegido en 1919, cuando la gran tribulación aún no ha comenzado?
- Dado que en 1919 no existía el “Cuerpo Gobernante” tal como se conoce hoy y solo Joseph F. Rutherford tomaba todas las decisiones, ¿cómo puede la Organización afirmar que el Cuerpo Gobernante fue elegido por Jesucristo en ese año como el “esclavo fiel y prudente”?
La cristiandad, en general, interpreta que
el “esclavo fiel” son todos los cristianos que están esperando la llegada de
Cristo. Esforzándose por ser fieles y leales para no convertirse en el “esclavo
malo”. Esto tiene sentido, porque en el siguiente capítulo de Mateo (25), Jesús
habla de la parábola de las 10 vírgenes en el mismo contexto de los últimos
días y se resalta el tema de la lealtad y el aguante.
Sin embargo, el Comentario Bíblico
de Oxford admite la posibilidad de que el “esclavo” sí pueda referirse a
los líderes de las iglesias. Esto significa que, el problema de la identidad
del “esclavo fiel” en los TJ tiene una solución posible. Y es que se puede decir
que el Cuerpo Gobernante es el “esclavo fiel” en el sentido de que se esfuerza
por ser uno (aunque esto llevaría a decir que los superintendentes y ancianos
también lo son). En otras palabras, no son el “esclavo fiel” porque hayan sido “elegidos”,
sino porque quieren imitar los actos del esclavo bueno de la parábola, siendo
uno de ellos el de “alimentar” al rebaño. Que es lo que exactamente hacen muchos
pastores en la cristiandad. Cuando Cristo venga, él identificará al pastor que realmente
actuó como un esclavo bueno para su congregación.
Nadie puede decirme que estoy “complicando”
las cosas. Mi conocimiento y mi uso de la razón me han llevado a detectar las
complejidades que subyacen en la misma doctrina, aunque muchos no lo sepan o no
lo perciban. ¿Son problemas reales o son invento mío? Obviamente, son problemas
reales. Y es precisamente en este momento cuando mi intento de proponer una solución se convierte en un arma de doble filo, porque muchos lo verán como una amenaza, aunque mis intenciones, en el fondo, sean simplemente corregir, entender, clarificar, ayudar o colaborar. En este punto, no es extraño que algunos me tachen de hereje, una etiqueta que históricamente se ha usado para desacreditar a aquellos que cuestionan lo establecido. Sin embargo, es importante entender que la palabra “hereje” en sí misma solo significa “el que elige” o “el que piensa por sí mismo”, y no es sinónimo de error o falsedad. De hecho, la historia nos muestra que varios “herejes” del pasado terminaron siendo reconocidos posteriormente como pensadores valiosos que contribuyeron al desarrollo del pensamiento religioso. ¿Qué puede ser más noble que un hombre que, al ver el problema, decide enfrentarlo y buscar una solución aunque conlleve a la desviación de la tradición?
Lo que en su día fue mi bendición, al
ofrecerme respuestas a mis inquietudes más profundas, se transformó con el
tiempo en una maldición. Porque me convirtió en la persona que ya no puede
tolerar los vacíos lógicos e intelectuales, aquella que no puede simplemente
aceptar lo que se le presenta sin examinarlo a fondo. Y esa persona, ese
buscador incansable de coherencia, no puede coexistir en un ambiente donde todo
se acepta sin cuestionar. Me vi arrastrado a una confrontación con lo que es
aceptado sin análisis, y al hacerlo, no solo cuestioné las doctrinas, sino que
me vi en la necesidad de encontrar la verdad, incluso si ello significaba estar
solo en mi búsqueda.
Aquí la paradoja: Al intentar salvarme, me convertí en el que desafía a todos los demás, el que ya no puede encajar en un molde predeterminado. Pero este es mi stauros, mi camino, y la lucha por la verdad es la que finalmente define al hombre que se atreve a no conformarse.
Conclusión
Esta maldición no es más que el precio
que paga una mente analítica cuando se enfrenta a la incomodidad de las
contradicciones lógicas dentro de las enseñanzas que antes aceptaba sin
cuestionar. No es que el individuo sea “rebelde”, ni que busque complicar las
cosas innecesariamente, sino que su capacidad para detectar las inconsistencias
lo lleva a un lugar de incomodidad y, eventualmente, a una disonancia interna
difícil de ignorar. A lo largo de este proceso, algunos se desilusionan,
renuncian o buscan racionalizar sus creencias para seguir perteneciendo al
entorno. Otros, como yo, se ven obligados a aceptar una heterodoxia que, aunque
puede ser vista como una “ruptura”, es en realidad el resultado de buscar
coherencia lógica y una comprensión más profunda. No es un acto de rebeldía,
sino un esfuerzo por abordar problemas reales en las enseñanzas que se
nos transmitieron.
“Creo para
comprender, y comprendo para creer mejor”
- Agustín de Hipona
(Sermo 43,7,9: PL 38,
258)
[1] Yu, H. (2024). Nature vs.
nurture: Is the origin of logic innate or acquired. Highlights in Science,
Engineering and Technology, 88, 236–242. https://doi.org/10.54097/ztn68w96
[2] Ghasemi, O., Handley, S., & Howarth, S. (2022). The bright
homunculus in our head: Individual differences in intuitive sensitivity to
logical validity. Quarterly
Journal of Experimental Psychology, 75(3), 508-535. https://doi.org/10.1177/17470218211044691
[3] La misma Organización ha reconocido que esto es una parábola en varias publicaciones. Sin embargo, nunca han proporcionado una justificación explicando cómo una parábola puede funcionar como una profecía “que se cumplió” de manera literal en 1919.
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