Cuando las traducciones bíblicas no son lo tuyo — Una respuesta a Néstor Díaz
La Traducción del Nuevo Mundo (TNM) es una traducción bíblica producida por los Testigos de Jehová (TJ) siendo su primera versión publicada en 1950. Desde hace muchos años, esta traducción ha sido objeto de muchas críticas de todo tipo, y no ha cesado hasta el día de hoy. Nestor Díaz, un teólogo protestante famoso en redes sociales, hace tres meses hizo un live en su canal uniéndose al grupo para difamar a la TNM. Sus críticas son recicladas, nada nuevas, y son las mismas críticas que he leído de libros de los años 80’s y 90’s.
No quiero que se tome este artículo como una “apología” a la TNM (porque no me considero apologista) sino como un artículo que informa el por qué la gran mayoría de críticas a la TNM no funcionan, son muy absurdas y extremadamente sesgadas. Diría que la TNM ha sido muy criticada injustamente, y eso que no lo considero “la mejor” traducción. La TNM es, en efecto, una buena traducción en términos generales como muchas otras. Por esa razón no tengo problemas en seguir usándola a pesar de estar en desacuerdo con varias políticas y enseñanzas de los TJ y ser crítico con ellas.
Nestor Diaz invitó al Dr. Irack Gonzalez al final de su live, quien es uno de los seleccionados para la revisión de la NVI. La intención de traer a este experto en traducciones bíblicas era, obviamente, confirmar su sesgo contra los TJ esperando escuchar lo que se quiere escuchar. Por gracioso que pareza, el mismo Irack dijo que la TNM sí es una buena traducción. Incluso expresó su admiración por la TNM de 1950 por lo bien que se manejó el hebreo en el AT. Además, dejó en claro que la teología debe separarse de la traducción cuando se trabaja sobre el griego del NT (aunque es muy difícil en términos prácticos), lo que implícitamente admite que toda traducción refleja el sesgo teológico del traductor.
En este artículo haré lo posible por explicar las críticas relevantes de la forma más breve posible, porque este tema es muy extenso, pero quien desee que aborde algún punto con más profundidad puede escribirme al privado. Los puntos que expondré serán:
- El juicio de Walsh de 1954 no demuestra que Frederick Franz desconocía hebreo. Muchos críticos, incluido Nestor Diaz, dicen que Franz “no pudo” traducir un texto del hebreo al inglés durante la corte. Pero este es un bulo, y ha sido alimentado por Walter Martin en su libro “The Kingdom of the Cults”. La transcripción del juicio indica que pasó otra cosa.
- El anonimato de los traductores de la TNM se basa en un principio interno de la Organización que se implementó mucho antes de que se produjera la primera versión en 1950.
- Los textos cristológicos de la TNM son producto de “sesgo doctrinal” y ninguna traducción se salva de ello. No existen traducciones neutrales.
- El nombre “Jehová” en el Nuevo Testamento de la TNM tiene una justificación lo suficientemente razonable.
Frederick Franz y el juicio de Walsh en 1954
Frederick Franz fue presidente de la sociedad Watchtower en 1977. Fue muy conocido por ser un escritor prolífico, políglota y cursó griego en la Universidad por dos años. Se podría decir que fue el primer y único presidente erudito en toda la historia de la Watchtower. En el tiempo que sucedió el juicio de Walsh en 1954 él era vicepresidente y encargado del departamento editorial y traducción. No voy a contar aquí la historia de porqué se formó este juicio, iré al grano.
Nestor y Juanyi toman este caso como una de sus primeras excusas para denigrar y difamar a la TNM. Mientras Juanyi relataba el caso, las risas, mofas y burlas junto con Nestor no faltaron. Me pareció tristemente sorprendente el nivel de sesgo y aversión que hay por los TJ. Después de todo, Juanyi expone la versión popular del caso al decir que Franz “no pudo” traducir un texto tan simple (Génesis 2:4) del hebreo al inglés. Esto es claro si se escucha toda su exposición.
El gran problema es que, si leemos la transcripción original de la corte, la petición que le hace el juez a Franz es que traduzca el pasaje del inglés al hebreo. Esto cambia la narrativa completamente.
Transcripcion del juicio original |
Sin embargo, cabe recalcar que Juanyi lee la transcripción correcta del juicio en medio de su exposición, pero lo extraño es que luego lo cambia (consciente o inconscientemente, no lo sé) a la narrativa popular haciendo creer a la audiencia que el juez pidió a Franz que traduzca el pasaje del hebreo al inglés. En caso de darse cuenta en el momento, solo demuestra su deshonestidad.
Walter Martin es uno de los varios escritores que han promulgado este bulo. En su libro Kingdom of the Cults Handbook dice, “Frederick W. Franz, quien en ese momento representaba al comité de traducción . . . admitió bajo juramento que no podía traducir Génesis 2:4 del hebreo”[1]. Como sabemos, esto es falso. Ahora bien, esto solo se dice en la versión resumida de su libro, pero si nos vamos a la versión completa de su libro, un poco más abajo después de escribir las mismas palabras él coloca la transcripción, ¡y allí está escrita correctamente! Aquí una captura[2]:
El grave error de Walter Martin |
Pedir que alguien traduzca del idioma receptor al idioma madre es un disparate, ni siquiera un traductor profesional estaría dispuesto a ello. Más aun considerando que el hebreo es un idioma tan complejo, compacto y con variantes (existe el hebreo bíblico, clásico y moderno). Es simplemente una petición absurda. Ron Rhodes, un teólogo inglés y autor del libro Reasoning from the Scriptures with the Jehovah’s Witnesses, hizo la misma crítica a la TNM pero esta vez con la intención de que el lector piense que un buen traductor sí debería ser capaz de traducir del idioma receptor al idioma fuente[3]. Pero tal petición es, como dije, un disparate. Franz hizo bien en rechazar la petición. Sobre el idioma hebreo, William LaSor escribe (énfasis añadido)[4]:
Por esta razón, me niego a pedir a los estudiantes que compongan oraciones en hebreo. Lo que esto hace es imprimir errores en la mente del estudiante. Y, francamente, la mayoría de nosotros que enseñamos hebreo bíblico no tenemos suficiente fluidez en el idioma para hablar o escribir en él.
En el minuto 28:35, Nestor dice que los traductores “deben conocer con fluidez los originales”, lo cual es un requisito personal fabricado por él, y que no sería apoyado por ningún traductor serio. Morry Sofer, experto en traducciones, explica en su The Global Translator’s Handbook lo siguiente[5]:
Dado todo esto, uno debe tener en cuenta que, si bien la capacidad del traductor competente para escribir y hablar en el idioma de destino (es decir, su lengua materna) puede ser impecable, esa persona no necesariamente será capaz de escribir excelente prosa o de expresar grandes ideas en el idioma de origen (es decir, el idioma desde el cual se traduce). Dicho esto, tampoco es necesario que pueda escribir y hablar bien en el idioma desde el cual traduce, aunque sí se espera que un buen traductor también sea un buen escritor y orador en su idioma nativo.
Concluimos que un conocedor de idiomas bíblicos, 1) no lo hace apto para escribir y hablar con fluidez el idioma fuente, 2) y no necesariamente lo convierte en un buen traductor. Para ser un buen traductor basta con ser “un buen escritor y orador en su idioma nativo” y que sepa entender bien las reglas, léxico y gramática del idioma fuente. Franz era un gran escritor, políglota y un orador internacional todos los años en más de 5 idiomas.
Por alguna razón el Dr. Irack Gonzalez admitió en la cara de Néstor que la TNM de 1950 es una buena traducción, y misma que fue producida bajo la dirección de Franz.
Sobre los traductores anónimos
Desde el minuto 19:30, Néstor y Juanyi empiezan a hablar sobre el comité anónimo de la TNM, criticando este arreglo como “conveniente” y por muchos otros, como “sospechosa”. El mensaje que se pretende dar a la audiencia es que la TNM no debe tomarse en serio por el simple hecho de que sus traductores se desconocen. Esto crea la impresión de que la Watchtower introdujo esta política conveniente y únicamente para la TNM, pero no es el caso.
La política se pone por escrito desde la publicación de la TNM en 1950, y se explica que la intención no es “darse publicidad a sí mismos, sino que toda la gloria fuera para el Autor de las Escrituras, Dios”[6]. Personalmente no veo problema con esto, y la política sigue vigente hoy en día. Sin embargo, lo que los críticos no dicen (y no saben) es que la política existe incluso antes de 1950, y se creó con el tercer presidente de la Watchtower, Nathan Knorr. Al ascender a la presidencia, muchas de las políticas de la Organización cambiaron, y se crearon muchas nuevas.
Entre muchas de las políticas que se crearon, estuvo una sobre la autoría de todas las publicaciones producidas. Si leemos las publicaciones escritas por Charles Russell, veremos que en las primeras páginas siempre estaba su nombre como autor de la obra, y una dedicatoria al Creador. Exactamente lo mismo vemos en las obras del segundo presidente, Joseph Rutherford. Su última obra Children fue publicada en 1942, y en él estaba su nombre y la dedicatoria al Creador. En ese mismo año Rutherford muere y asciende Nathan Knorr. Dentro del mismo año se publica una nueva obra titulada The New World, y por primera vez la autoría está bajo el nombre de “Watchtower Bible and Tract Society” junto con la dedicatoria al Creador. Desde 1942 deja de publicarse literatura con nombres personales.
Libro New World publicado en 1942 durante la presidencia de Nathan Knorr |
Como explica George Chryssides, sociólogo y estudioso de los TJ como movimiento religioso[7]:
Knorr introdujo la política de garantizar que todas las publicaciones de la Watch Tower permanecieran anónimas, creyendo que solo Dios y no los individuos humanos debían recibir el honor por tal obra.
La política se crea apenas Knorr asciende a la presidencia en 1942, 8 años antes de que se publicara la primera versión de la TNM en 1950[8] (lea la nota). Entonces, creer que la política solo existe gracias y únicamente para ocultar a los traductores de la TNM es absurdo y muy poco objetivo. Los resultados de una obra o trabajo deben hablar por sí mismos sin necesidad de conocer a sus autores, y en esto también está de acuerdo Alan S. Duthie (énfasis añadido):
Si sabemos quiénes son los traductores o los editores de una determinada traducción de la Biblia, ¿nos ayuda eso a decidir si esa traducción es buena o mala? No directamente. No hay sustituto para examinar las características de cada traducción en sí misma.
Por poner otro caso, la traducción New American Standard Bible (NASB) de 1971 tampoco incluyó el nombre del comité, y no se han escuchado quejas al respecto. De hecho, la razón para mantener el anonimato de este comité es similar a la del comité de los TJ[9]. Además, sabemos que son “anónimos” porque en una ocasión Metzger escribió[10]:
La versión New American Standard Bible (1971), preparada por un grupo de eruditos anónimos patrocinados por la Fundación Lockman de California, es ostensiblemente la versión New American Standard Bible de 1901 depurada de algunos arcaísmos heredados de la Versión Revisada de 1881–84. Sin embargo, en general, sigue siendo una traducción severamente literalista.
Con todo lo anterior expuesto, es más que suficiente para darse cuenta de que este tipo de ataques son poco objetivos y realistas. Digo “poco realistas” porque la gran mayoría desconocemos el nombre del comité que produjo varias de las versiones bíblicas más conocidas, y tampoco sentimos la necesidad de saberlo. Es bien sabido que una traducción debe evaluarse por sus resultados.
Sesgo doctrinal en la traducción
Una de las críticas contra la TNM (y misma que se repite en el live de Néstor) es que está llena de textos traducidos “ajustados a sus doctrinas”. Para las personas que afirman esto, lamento decirles que no existen traducciones neutrales. Todas las traducciones, sin excepción, están ajustadas a la teología del traductor. Despojarse completamente de sesgos teológicos es muy difícil, y todos debemos ser conscientes de ello. La Reina Valera de 1960 está tan sesgada como la Biblia de Jerusalén y como la Traducción del Nuevo Mundo. Dependiendo la teología e intención del traductor servirá a diversos propósitos, y uno de estos propósitos es el beneficio económico, es decir, que hay un mercantilismo detrás del que poco se habla[11] (véase la nota).
La TNM persigue una determinada teología que ya se ha aceptado como verdad, y esta es el unitarismo, conocido también como arrianismo o neoarrianismo. Existe el unitarismo sociniano, pero esta variante no es aceptada por los TJ. Por ende, es natural que el comité de traducción de los TJ se alinee con su propia teología para producir su versión de la Biblia. Exactamente lo mismo sucede con el comité de muchas otras traducciones bíblicas, y no es de extrañar que ciertos pasajes cristológicos se traduzcan de una forma u otra. No existe una intención maligna de “engañar” a los lectores para confundir su teología; cada grupo cree traducir fielmente el texto porque considera sostener la teología correcta, y viceversa.
Decir que la TNM es una traducción tergiversada para respaldar sus doctrinas es problemático, porque al afirmarlo surge naturalmente la pregunta: ¿cómo llegaron a creer lo que creen si la TNM apenas comenzó a existir en 1950 y el grupo ya existía desde finales de 1800? Las doctrinas de los TJ no se extraen de la TNM ni dependen de ella. Charles Taze Russell llegó a rechazar la Trinidad y el tormento eterno consciente tan solo leyendo la King James Version (KJV), lo cual es admirable, ya que la KJV está basada en el Textus Receptus y está llena de textos espurios. Este aspecto en Russell es comprensible ya que la lectura más natural del texto lleva a aceptar el aniquilacionismo y el unitarismo (y, como máximo, un semiarrianismo o binitarismo, pero no un trinitarismo[12]). Esto es precisamente lo que sucedió también con Miguel Serveto e Isaac Newton.
Néstor y Juanyi, sin ser conscientes de lo anterior, critican la traducción de Juan 1:1 en la TNM. No voy a abordar este tema aquí, y tampoco vale la pena ya que su evaluación de Juan 1:1, junto con su crítica, fue pésima. Sin embargo, su crítica sobre la traducción de Hechos 20:28 sí es relevante y puedo abordarla brevemente. En la TNM leemos:
Cuídense ustedes mismos y cuiden del rebaño, del cual el espíritu santo los nombró superintendentes para pastorear la congregación de Dios, que él compró con la sangre de su propio Hijo.
La crítica es que la palabra “Hijo” no existe en el texto original, y según Néstor, la traducción correcta debería ser “iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre”. Esta traducción da a entender que Jesús es ese “Dios” que él adquirió “con su propia sangre” y, de esta forma, reafirmar la teología predominante de que Jesús es Dios. Por supuesto, esta traducción es totalmente posible gramaticalmente, pero la alternativa que introduce la palabra “Hijo” (para diferenciar “Dios” de “Hijo”) es también muy plausible y esto lo explica el mismo Bruce Metzger[13] (énfasis añadido):
Por otra parte, no se puede negar que θεοῦ es la lectura más difícil. La siguiente frase dice acerca de la iglesia: “la cual él adquirió διὰ τοῦ αἵματος τοῦ ἰδίου”. Si esta frase se interpreta en su sentido normal (“con su propia sangre”), algún copista pudo haberse preguntado si Dios tiene sangre, lo cual lo llevó a cambiar θεοῦ por κυρίου. Sin embargo, si κυρίου era la lectura original, no había nada extraño en la frase que llamara la atención del escriba y lo confundiera. Esta y otras consideraciones llevaron al Comité (lo mismo que a otros eruditos) a considerar que θεοῦ es la lectura original.
Puede ser que el autor de Hechos, en vez del sentido normal de διὰ τοῦ αἵματος τοῦ ἰδίου, haya querido que sus lectores interpretaran la expresión en otro sentido: “con la sangre de su propio [Hijo]” . . . Este uso absoluto de ὁ ἴδιος aparece en los papiros griegos como un término afectuoso en relación con familiares cercanos. Por lo tanto, es posible que “el suyo propio” (ὁ ἴδιος) era un título que los cristianos primitivos daban a Jesús, como también “el amado” (ὁ ἀγαπητός). En Ro 8.32 Pablo dice que Dios “no escatimó a su propio Hijo” (τοῦ ἰδίου υἱοῦ), en un contexto que claramente alude a Gn 22.16, donde la LXX dice τοῦ ἀγαπητοῦ υἱοῦ. Algunos han pensado que hay una ligera probabilidad de que τοῦ ἰδίου se use como equivalente de τοῦ ἰδίου υἱοῦ.
Lo irónico es que Nestor y Juanyi usaron anteriormente a Metzger para criticar a la TNM, pero parece que se olvidaron de este punto nada conveniente a sus propósitos. De todos modos, es claro que la inserción de “Hijo” en Hechos 20:28 es muy plausible, y apoyo esta lectura. El contexto amplio e inmediato hace probable que τοῦ ἰδίου (“de su propio”) sea equivalente a τοῦ ἰδίου υἱοῦ (“de su propio Hijo”). Incluso por un tema de consistencia interna conviene apoyar esta lectura porque la palabra “Dios” se usa siempre en referencia al Padre en todo Hechos. Si no respetamos la consistencia, el pasaje se entendería así: “iglesia del Padre, que él adquirió con su propia sangre”. Esto es sabelianismo en estado puro. Después de todo, la TNM queda en buena posición en este punto.
El nombre “Jehová” en el Nuevo Testamento
Este tema es más amplio de lo que se puede pensar. Nestor y Juanyi mencionan sin tanto detalle este tema casi al final del live mientras conversaban con Irack Gonzalez y creo que es necesario clarificarlo. Como dije al inicio, la TNM no es una traducción perfecta, y ninguna lo es. La inserción del nombre Jehová en algunos pasajes es criticable[14], pero en otras ocasiones la inserción es más que justificada. De hecho, hay un poco de hipocresía en este tema por parte de los críticos, y en la mayoría de los casos (por no decir “todos”) no se dan cuenta. Franceso Arduini, graduado en Ciencias Bíblicas, explica[15] (énfasis añadido):
Por lo tanto, la modificación al texto hebreo del AT [eliminación del tetragrámaton] estaría justificada no solo por la autoridad de la LXX y la necesidad de subrayar la continuidad entre el Dios del AT y el del NT, sino también por la presunción de que la Iglesia primitiva decidió no usar el tetragrámaton sino Kyrios, ya que este era un título «intercambiable entre el Dios de Israel y el Mesías de la fe cristiana» . . . Esto muestra cómo la comunidad de traductores considera plenamente plausible, e incluso auspiciable en el uso litúrgico, modificar el texto del AT basándose en al menos dos presupuestos que se consideran relevantes: la ausencia del tetragrammaton en las copias de la LXX en posesión de la primera generación de cristianos y la intercambiabilidad del título Kyrios atribuido por los primeros cristianos a Dios y a Cristo, lo que correspondería a la proclamación de su divinidad.
Es interesante notar que, en este caso, quienes consideran abusiva la traducción realizada por la TNM aceptan sin problemas una corrección muy similar . . . la TNM basa su decisión de incluir el nombre divino en el NT en una lógica idéntica a la considerada aceptable para sustituir el tetragrámaton por Kyrios en el AT, aunque partiendo de presupuestos filológicos opuestos: la presencia del nombre divino en las copias de la LXX en posesión de la primera generación de cristianos y la cristología del NT, que suponía una clara distinción entre el Señor YHWH y el Señor Jesús.
Esto es muy acertado. Mientras que la lógica para eliminar el nombre divino del AT se considera aceptable, la misma lógica a la inversa para añadir el nombre divino en el NT se considera inaceptable. Esto puede considerarse como hipocresía.
En los manuscritos más antiguos que tenemos del NT (siglo II d.C), en las citas del AT (donde aparece el Tetragrámaton originalmente), muestran la abreviatura ΚΣ o ΘΣ (θεός), conocidas como nomina sacra (del latín, “nombres sagrados”). Sin embargo, en todos los fragmentos y manuscritos hallados entre, aproximadamente, el 50 a.C. y finales del siglo I d.C., el Tetragrámaton aparece escrito en paleohebreo o fenicio (8HevXIIgr; Oxy 3522), en letras arameas (Fouad 266(b)) o con letras griegas IAŌ (4QLXXLev(b)), probablemente una transliteración de Yahu.
Mientras que los manuscritos más antiguos de la LXX del siglo II d.C. usan también la abreviatura ΚΣ, los fragmentos de la LXX que datan hasta finales del siglo I d.C. contienen YHWH en paleohebreo. Esto sugiere que el Tetragrámaton fue eliminado de la LXX y sustituido por ΚΣ en versiones posteriores (siglo II d.C. en adelante). A partir de esta evidencia, se deduce que el Tetragrámaton también fue eliminado de los manuscritos del NT y reemplazado por ΚΣ. Resulta poco probable que los autógrafos originales incluyeran abreviaturas como ΚΣ, lo que indicaría que, al momento de copiar los manuscritos del NT, se sustituyó el Tetragrámaton por dicha abreviatura[16].
Este es un razonamiento inductivo completamente válido y respaldado por buenos datos. Por esa razón, considero que la decisión de introducir el nombre divino no debe calificarse como “descabellada” o “abusiva”. Simplemente se infiere, de manera inductiva, a partir de los restos de las versiones griegas del AT que poseemos entre el 50 a.C. y el 100 d.C., comparando esos mismos patrones con los que se hallan en los manuscritos más antiguos disponibles del NT.
Conclusión
No existen traducciones neutrales porque todas poseen un grado de sesgo doctrinal por parte del cuerpo traductor. La TNM es una buena traducción en términos generales, independientemente de si toda la gama doctrinal de los TJ es correcta o no. Las críticas más comunes contra la TNM resultan poco sólidas: desde el supuesto anonimato de su comité traductor, hasta la alegada “ignorancia” de Frederick Franz en el juicio de 1954. En cuanto a los pasajes con carga cristológica, sus traducciones se sustentan de forma razonable si se consideran factores que van mucho más allá de la simple gramática. Asimismo, las decisiones del comité de traducción de los TJ respecto a la inclusión del nombre de Dios en el NT pueden justificarse a partir de un razonamiento inductivo, basado en el consenso existente sobre la transmisión de los copistas y en la evidencia de los manuscritos disponibles tanto del NT como de la LXX, anteriores y posteriores a Cristo.
[1] Martin, W., & Rische, J. M. (2019). The Kingdom of the Cults Handbook (Kindle edition). Bethany House Publishers.
[2] Martin, W. (2019). The Kingdom of the Cults: The Definitive Work on the Subject (Kindle edition). Bethany House Publishers.
[3] Rhodes, R. (2009). Reasoning from the Scriptures with the Jehovah’s Witnesses (p. 102). Harvest House Publishers.
[4] LaSor, W. S. (1989). Handbook of Biblical Hebrew: An inductive approach based on the Hebrew text of Esther (p. 3). Eerdmans Publishing.
[5] Sofer, M. (2012). The Global Translator’s Handbook (2nd ed., p. 18). Schreiber Publishing.
[6] The Watchtower, 15 de noviembre de 1950, p. 454
[7] Chryssides, G. D. (2009). The A to Z of Jehovah’s Witnesses (p. 287). Scarecrow Press.
[8] Incluso podemos llevar el asunto más atrás en el tiempo. En 1943 hubo otro juicio (Olin R. Moyle), y Franz contó que los nombres del comité editorial dejaron de publicarse a partir de 1931. Esto es correcto. En las primeras ediciones de la Atalaya se publicaba el nombre del presidente junto con el nombre de quienes conformaron el comité editorial. En la Atalaya del 1 de octubre de 1931 se encuentra el nombre de “J.F RUTHERFORD” junto con cuatro nombres del comité. A partir de la edición siguiente, 15 de octubre de 1931, deja de publicarse los nombres de quienes conformaban el comité para solo conservar el nombre del presidente Rutherford. Esto indica que existió una proto-política sobre la autoría de las publicaciones desde 1931, ¡19 años antes de la primera traducción de 1950!
[9] Esto lo podemos inferir al leer en la portada: “They shall give the Lord Jesus Christ His proper place, the place which the Word gives Him, and no work will ever be personalized”.
[10] Metzger, B. M. (2003). The New Testament: Its Background, Growth, & Content (3rd ed., rev. and enl.). Abingdon Press. p. 336.
[11] Pensaba en escribir un subtema completo de este fenómeno, pero creo que no será necesario ya que es algo que se puede entender fácilmente. En todas las editoriales bíblicas existen intereses económicos que no se exponen. A veces, el interés económico se sobrepone a la fidelidad del texto. Considerando que la mayoría de la población cristiana es protestante y evangélica, ¿les conviene a estas editoriales producir biblias que estén en línea con una teología católica romana? Por supuesto que no. No venderían, y habrán perdido miles de dólares dejando serios problemas a la empresa. Ciertamente, a la gran mayoría de editoriales les conviene producir Biblias que satisfagan los intereses de la población mayoritaria. Esto también explica porque muchas editoriales han persistido en conservar el Textus Receptus en sus versiones simplemente para “caer bien” a los cristianos mas conservadores y tradicionalistas y no perder ventas. Es cuestión de darse cuenta como muchos cristianos se quejan de que varias editoriales “han quitado textos” cuando, en realidad, solo se están mudando al texto crítico. Esta mala publicidad es contraproducente para estas editoriales. Conozco dos casos detallados de editoriales que han admitido, privadamente a través de cartas, que hay intereses económicos a la hora de hacer ciertas modificaciones en sus versiones bíblicas. Dispongo de las cartas y quien desee saber más puede escribirme. Por otro lado, los TJ no tienen un deseo intenso de beneficiarse económicamente al producir su Biblia. De hecho, regalan sus Biblias. En consecuencia, hay una despreocupación en ser obvios con la teología que se manifiesta en su traducción y esto traerá muchas críticas, como sería de esperarse.
[12] Respeto mucho a los trinitarios que reconocen este punto. Richard Swinburne, uno de los filósofos de la religión más grandes que tenemos hoy en día, y afiliado a la Iglesia Ortodoxa Griega, no tiene problemas en admitir que la Trinidad no se puede extraer del NT. Él afirma, muy acertadamente, que aceptar la Trinidad es una cuestión de aceptar la autoridad de la iglesia primitiva. Quien acepta la Trinidad es porque cree por fe que la iglesia fue guiada para creer en ella. Este tipo de razonamientos implican un salto de fe personal, y es una cuestión que debe respetarse profundamente porque todos, sin excepción, damos saltos de fe según nuestra consciencia y conocimiento.
[13] Metzger, B. M. (2006). Un Comentario Textual al Nuevo Testamento Griego (pp. 422–423). Deutsche Bibelgesellschaft.
[14] En 2021 escribí un artículo completo criticando la inserción del nombre divino en Romanos 10:13. El contexto es muy claro que se aplica a Jesús como “Señor” y no el Padre. Este texto, y otros más, pueden ser criticados. Pero toda la tesis de que la inserción del nombre divino en el NT es injustificada me parece a su vez exagerada. Hay que analizar cada caso por separado.
[15] Arduini, F., & Pizzorni, S. (2013). La Bibbia prima del dogma: La Traduzione del Nuovo Mondo come paradigma dell’ermeneutica biblica (pp. 48–49). Roma: Aracne Editrice.
[16] Véase Furuli, R., 2019. The Tetragram: Its History, Its Use In the New Testament, And Its Pronunciation. Larvik: Awatu Publishers, pp. 142–191; George Howard, “The Tetragram and the New Testament,” JBL 96 [1977], pp. 63–83; Howard, “Tetragrammaton in the New Testament”, en: The Anchor Bible Dictionary, ed. D.N. Freedman, Doubleday, New York 1992, Vol. 6, pp. 392–393; Shaw, F., 2014. The Earliest Non-Mystical Jewish Use of Ιαω. Leuven, Belgium: Peeters Publishers, pp. 39–44; Gaston, L., 1987. Paul and the Torah. Vancouver: University of British Columbia Press, pp. 117–118). Por ejemplo, Pavlos D. Vasileiadis & Nehemia Gordon, “Transmission of the Tetragrammaton in Judeo-Greek and Christian Sources,” Cahiers Accademia 12 (2021), p. 90, reconocen que “el Tetragrámaton no se ha encontrado en ningún manuscrito griego superviviente del Nuevo Testamento”. No obstante, señalan que “parece improbable que la convención Tetragrámaton-a-κυριος (como una especie de septuagintalismo) existiera en el momento en que se redactaron los textos del Nuevo Testamento. Las primeras copias del Nuevo Testamento que se conservan utilizan las nomina sacra […] para traducir términos como ‘Dios’ y ‘Señor’, las cuales se difundieron rápida y ampliamente junto con el crecimiento acelerado de las copias de la Biblia cristiana”. Este “paralelo de la tradición Antiguo Griego/Septuaginta” pone de manifiesto que esta práctica no aparece hasta el siglo II d.C. y, además, sin seguir un patrón estrictamente uniforme (Ibíd., p. 90).
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