Definiendo la Omnipresencia de Dios
El término “omnipresencia” se compone de dos palabras en latín “omnis” (todo) y “praesentia” (presencia). La cualidad de ser omnipresente naturalmente se entiende o define, según el diccionario Merriam-Webster, como estar “presente en todo lugar en todo momento”[1]. Bien, esta es una definición válida y simple del término. Sin embargo, a raíz de su simplicidad puede llegar a ser ambiguo para muchos, en especial cuando queremos aplicar esta cualidad al Dios cristiano, YHWH. En círculos cristianos se cita el Salmo 139:7-10 (NBV) en apoyo a la Omnipresencia de Dios:
7 ¡Jamás podré alejarme de tu Espíritu! ¡Jamás podré huir de su presencia! 8 Si me voy al cielo, allí estás tú. Si desciendo al lugar de los muertos, allí estás. 9 Si cabalgo en los vientos matutinos y habito en los lejanos océanos, 10 aun allí me guiará tu mano, tu fuerza me sostendrá.
Entender a Dios como “omnipresente” es difícil para
algunos. Esto, debido a que se ha tomado el término “Omnipresencia”
erróneamente, sobre todo en el contexto cristiano. Mi artículo pretende
defender la Omnipresencia de Dios a la misma vez que dejo en claro su correcta
definición y entendimiento. Por lo tanto, es crucial hacer la pregunta, ¿qué
significa o, en qué sentido Dios está presente en un lugar (o en todo lugar)?
La causa del problema está en
cómo se entiende, naturalmente, la cualidad de ser “omnipresente”. Podríamos
decir que se lo ha tomado en un sentido muy literal. Por ejemplo, se puede
entender erróneamente que Dios está dentro del universo por el simple hecho de
que está “presente en todo lugar”. En otras palabras, Dios estaría ocupando un
lugar en el espacio. En el concepto popular, para que alguien esté “presente”
en X lugar (su cuerpo), el sujeto debe estar ocupando el mismo espacio (o zona
geográfica) donde X evento está sucediendo, estando X evento a la vista del
sujeto (e.g., una persona testigo de un accidente de tránsito; de allí se dice
que la persona estuvo “presente” en la escena, su cuerpo estaba en la misma
zona geográfica donde sucedió el accidente). Así que naturalmente el término
“presente” implica que el sujeto y el evento esté o suceda dentro de un mismo
espacio geográfico. Pero Dios es inmaterial, no tiene cuerpo (incorpóreo) y no
puede ocupar un lugar en el espacio. Entonces, de nuevo, ¿cómo es que Dios está
“presente”?
Hay que dejar claro otro punto
que también es parte del problema. Pensar que Dios está “presente” si y solo si
está ocupando un lugar en el espacio, abre las puertas a confundirnos con la
cosmovisión filosófica del panteísmo. Pero, ¿qué es el panteísmo? El término
“panteísmo” se constituye de dos palabras griegas πᾰν- (todo) y θεος (dios), y se define como
“la doctrina de que el universo concebido como un todo es Dios y, a la inversa,
que no hay Dios sino la sustancia, las fuerzas y las leyes combinadas que se
manifiestan en el universo existente”[2]. O más sencillamente como
“[l]a creencia de que Dios es todo (pan), es decir, Dios no está separado del
mundo, sino que es el mundo. Todas las cosas son Dios”[3]. En esta cosmovisión el
universo (la materia) es idéntica a la “deidad”, pues todas las cosas son Dios.
Partiendo del concepto de que todas las cosas son Dios (e.g., el viento, la
tierra, el mar, etc.) se infiere entonces que este “Dios” está en todas partes
y, por lo tanto, es omnipresente.
Pero el cristianismo en general rechaza
al panteísmo debido a que entra en conflicto con la doctrina de la creación,
pues, si Dios es todo entonces no hay ser creado. Como explica Ron Highfield,
“[r]eferirse al mundo como ‘creación’ sin distinguir su ser del ser de Dios
sería un abuso de la palabra. Si no hay otro ser que el de Dios, no hay
creación”[4]. Desde una perspectiva bíblica,
la naturaleza de Dios es totalmente independiente de su creación, no es “esa”
creación. “Para la teología cristiana, Dios seguiría siendo Dios en una grandeza
no disminuida aunque no existiera el mundo”[5]. A raíz de lo anterior
podemos afirmar que hay una “diferencia entre decir que Dios está presente en
todas partes en todo y decir que Dios es todo”[6]. Con esto la diferencia es
mucho más clara, el Dios panteísta es impersonal, pero desde el teísmo
Dios es efectivamente personal, una mente con voluntad y poder creativo.
Ante todo, la cosmovisión teísta y panteísta toman prestado el término
“omnipresencia”, pero es esencial recalcar la diferencia entre ambos conceptos
de Dios, ya que de allí nacerá el entendimiento de la “omnipresencia” en cada
postura[7].
Expandiendo este error
generalizado, se ha entendido la omnipresencia de Dios como si una parte de su
Ser o naturaleza está dentro del universo, como si una parte de él estuviera a
lado mío mientras escribo este artículo, pero eso no es así. Puedo contar
brevemente la experiencia que vivió un amigo con este tema. Cuando salí con mi
amigo GC[8] para acompañarle a hacer
unos trámites, en una de nuestras conversaciones llegamos al tema de la
omnipresencia de Dios. Mientras discutíamos sobre cómo la gente entiende este
concepto, me contó su experiencia. Cuando era pequeño, mientras recibía clases
con una monja se llegó al tema de la omnipresencia. Entonces para ilustrarlo,
la monja tomó una silla y lo puso al lado del escritorio a la vista de todos, y
dijo algo como: “Aquí [en la silla] está Dios. Si ustedes hacen así [mueve la mano
en el aire] usted le pega a Dios”.
Con esta experiencia me di
cuenta que este concepto está mal entendido entre muchos. La explicación de la
monja podría apegarse a un tipo de omnipresencia panteísta, ni el teísmo ni el
catolicismo lo enseñan de tal manera. Además de que tiene muchos errores
lógicos que, por el bien de mi estudio, no mencionaré ahora. Por un lado, el
objetivo fue que entiendan niños este concepto complejo, pero por otro lado
creo que existen alternativas explicativas que pueden ilustrarse y entenderse
fácilmente. De todos modos, nunca está demás el querer ser precisos en nuestro
entendimiento de Dios. Es la razón de este estudio, aportar de la mejor manera
en un tema de interés para muchos.
Más adelante destacaré el concepto
desde una perspectiva histórica, el cómo se entendió la omnipresencia por
muchos cristianos y teístas de antigüedad. Nos daremos cuenta que desde hace
siglos la omnipresencia fue definida con bastante precisión sin caer
necesariamente en algún tipo de panteísmo y, además, que la Omnipresencia está
íntimamente ligada con otros dos atributos de Dios. Así que, para entender la
Omnipresencia de Dios, debemos deshacernos de antemano de la noción panteísta. William
Evans lo explica de esta manera (énfasis añadido):
La omnipresencia de Dios significa que El está presente en todas partes
. . . Esto no quiere decir que Dios está presente en todas partes en forma
corporal, ni aun en el mismo sentido; porque él está en el cielo, que es el
lugar de su habitación . . . Debemos estar alerta contra la idea panteísta que
dice que Dios es todas las cosas, mientras que afirmamos la doctrina bíblica de
que El está presente en todas partes y en todas las cosas. El panteísmo pone
énfasis en la actividad omnipresente de Dios, pero niega su personalidad . . .
Dios está en todas partes y en todos los lugares; su centro está en todas
partes, su circunferencia en ninguna parte. Esta presencia es espiritual, no
material; pero sí es muy real[9].
Una vez dejado en claro este punto, partimos a
entender bien el concepto cristiano de la Omnipresencia. Creo que vale la pena
traer de nuevo la pregunta del inicio, ¿qué significa o, en qué sentido Dios está
presente en un lugar (o en todo lugar)?
Modelos de “Omnipresencia”
Antes de entrar de lleno a la Omnipresencia de Dios, cabe aclarar que debo clarificar aún más el cómo se entiende el término, es decir, que conceptos puede tener. Ya mencioné brevemente sobre el principal problema a la hora de entender la Omnipresencia: el panteísmo y su concepto de “Dios”. Sin embargo, creo pertinente abordar primero este punto desde una perspectiva más amplia o generalizada. A la hora de definir sobre cómo entender el término, se ha hecho una diferencia entre dos sentidos o modelos de Omnipresencia: Ocupacional y de Dependencia.
Modelo Ocupacional (MO): Una entidad es omnipresente si y solo si ocupa toda y cada una de las regiones[10].
En este modelo, Dios está presente en todas las
regiones ocupándolas y estando fundamentalmente ubicado en todas ellas, esta
denota una presencia literal de la naturaleza y esencia de Dios en el espacio-tiempo.
Hay una variedad de modelos explicativos sobre este sentido Ocupacional. Por
ejemplo, Hudson identifica cuatro formas en las que Dios puede ocupar el
espacio[11]: 1) pertensión[12], 2) entensión[13], 3) extensión y 4)
localización múltiple[14]. En conexión con lo que
abordé al inicio, podemos deducir que este modelo de Omnipresencia suscribe el
panteísmo[15].
Recordemos que el teísmo clásico
afirma que Dios está presente en todas las cosas, pero también afirma que es
inmaterial, espíritu (Jn. 4:24) y no ocupa ningún lugar en el espacio. Como
Evans nos recuerda, la omnipresencia “no quiere decir que Dios está presente en
todas partes en forma corporal”[16], i.e., que no significa
que una “parte” de Dios (su naturaleza) está dentro del universo. De lo contrario,
“si uno sostiene un modelo de ocupación de la presencia de Dios, entonces Dios
es un objeto material; Dios no es un objeto material”[17], explica James Gordon. Por
consiguiente, el MO es de difícil reconciliación con el teísmo cristiano o el punto
de vista bíblico (compare 1 Reyes 19:11-12; 8:27). Entonces, ¿cómo una entidad
inmaterial e incorpórea puede estar “presente” en todas las regiones al mismo
tiempo?
Modelo por Dependencia (MD): Una entidad es omnipresente si y solo si posee ciertas propiedades más básicas como la omnipotencia y la omnisciencia que le permiten interactuar con cada región[18].
Este modelo también se conoce
como analógico, operacional o derivativo. Según el MD, una entidad (en este caso, Dios) es omnipresente solo en un sentido
derivado, es decir, deriva del uso conjunto de la omnipotencia y omnisciencia.
Básicamente la entidad omnipresente tiene conocimiento completo de lo que está
ocurriendo en todas las regiones (omnisciencia) siendo a la vez capaz de intervenir
en cada una de estas por voluntad propia (omnipotencia).
En este modelo, la omnipresencia es inseparable de los
atributos mencionados, siendo ambas las que le permiten al ente interactuar con
las regiones.
Dicho de otro modo, “Dios está
presente en todas partes por operación, pero no por situación; es decir, Dios
está presente por estar en un lugar no como lo estaría un humano, sino por
actuar en él”[19],
explica Samuel Clarke. Como lo ilustro en la figura 1, Dios, siendo
Omnisciente y Omnipotente puede operar, actuar e intervenir en toda nuestra
realidad en tanto tenga consciencia y conocimiento completo de la misma. En suma,
plausiblemente se puede afirmar de esta manera que Dios es, en efecto, Omnipresente.
Figura 1. Ilustración de como la Omnipresencia de Dios en el mundo se
deriva de su Omnisciencia y Omnipotencia.
Lo anterior mencionado va en línea con la Escritura, “Los
ojos del SEÑOR están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos” (Prov.
15:3 RVA-2015; compare Heb. 4:13; Job 34:21). Estando sus “ojos” en “todo
lugar”, ¿no puede intervenir también en “todo lugar”? Él puede, y ello equivale
a ser “omnipresente”. Por consiguiente, como veremos a continuación, parece ser
que es este modelo de Omnipresencia la que fue adoptada, defendida, y definida
desde hace muchos siglos por varios pensadores teístas y/o cristianos. Sus
escritos manifiestan un concepto esencialmente correcto desde el punto de vista
filosófico y bíblico.
La Omnipresencia en la historia de la Iglesia
Habiendo dejado en claro que a Dios no “deberíamos
concebirlo como extendido por todo el espacio como una especie de éter
omnipresente”[20],
i.e., en el sentido Ocupacional. Lo que nos concierne ahora es revisar el
pensamiento cristiano del pasado y dar por demostrado que estos cristianos
conceptuaron la Omnipresencia de Dios de manera esencialmente correcta. Como en
el presente, en el pasado rondaba este problema, a saber, el de determinar en
qué sentido Dios está “presente” en todas las cosas y en todo lugar.
Agustín de Hipona (354 – 430 d.C.) había identificado este problema escribiendo
acertadamente (Carta 187, Sobre la Presencia de Dios,
cap. 11):
Aunque al hablar de él decimos que Dios está presente en todas partes,
debemos resistir las ideas carnales y retirar nuestra mente de nuestros
sentidos corporales, y no imaginar que Dios se distribuye a través de todas las
cosas por una especie de extensión de tamaño, como la tierra o el agua o el
aire o la luz se distribuyen[21].
Según Stanislaus J. Grabowski, basándonos en la “propia
terminología de Agustín, veamos primero el modo en que Dios no está presente en
el universo. Dios no está encerrado en un lugar; no está circunscrito por un
lugar. No está contenido en un lugar, pues todo lo que está contenido en un
lugar pertenece necesariamente a la categoría de los seres materiales. Tampoco
está confinado en muchos lugares, pues llena todos los lugares con su presencia.
Por tanto, no se puede decir que Dios esté en algún lugar, pues todo lo que
está en algún lugar está en el lugar; pero no se puede decir que Dios esté en
el lugar. Puesto que Dios no está en algún lugar, sino en todas partes, no es
correcto atribuirle ningún movimiento o transición de un lugar a otro”[22].
Así es, Agustín es consciente
del problema que puede causar el conceptuar la presencia de Dios a un rango
humano, i.e., desde nuestra materialidad. Agustín también destaca que Dios “sabe
estar enteramente en todas partes sin estar confinado en ningún lugar; Él sabe
cómo venir sin salir del lugar donde Él estaba; Él sabe cómo irse sin abandonar
el lugar al que Él había venido” (Sobre la Presencia de Dios 137[23]), ¿cómo deberíamos
interpretar su entendimiento de la presencia de Dios? El señaló que “Dios
impregna de tal manera todas las cosas que no es una cualidad del mundo, sino
la misma sustancia creadora del mundo que gobierna el mundo sin trabajo, que lo
sostiene sin esfuerzo” (Sobre la Presencia de Dios 187, cap. 14).
Agustín afirma que esta
“sustancia creadora” (=Dios) está en todas las cosas, misma que “gobierna el
mundo”, añadiendo más adelante que la sabiduría de Dios llega a todas partes (Ibid.).
Clara referencia a la soberanía y/o poder de Dios en todo lugar. Podríamos decir
que su concepto es esencialmente correcto al ser muy cercano al MD, pues, no es
del todo desarrollada. Después de todo, en toda su formulación sobre la
presencia de Dios, “El obispo de Hipona se mantiene alejado de cualquier mancha
de panteísmo”[24].
(Artículo aún en desarrollo…).
[1] “Omnipresent.” Merriam-Webster.com Dictionary, Merriam-Webster,
https://www.merriam-webster.com/dictionary/omnipresent. Accessed 9 Mar.
2022.
[2] Reese,
William L.. “pantheism”. Encyclopedia Britannica, 11 Sep. 2020, https://www.britannica.com/topic/pantheism. Accessed 11
March 2022.
[3] Jackson, R., 2014. The God of Philosophy: An
Introduction to Philosophy of Religion. 2nd ed. Routledge, p. 14.
[4] Highfield, R., 2008. Great is the Lord:
Theology for the Praise of God. Grand Rapids, Mich.: William B. Eerdmans
Pub., p. 288.
[5] Ibid., p. 288.
[6] Mander,
William, “Pantheism”, The Stanford
Encyclopedia of Philosophy (Spring 2020 Edition), Edward N.
Zalta (ed.), URL = <https://plato.stanford.edu/entries/pantheism/>.
[7] Oakes, R.A. (2016). Divine Omnipresence And Maximal Immanence:
Supernaturalism Versus Pantheism. American Philosophical Quarterly, 43, 171 comenta después de citar una crítica a la omnipresencia
del Dios teísta:
El argumento central aquí . . . puede
traducirse adecuadamente de la siguiente manera: los sobrenaturalistas clásicos
han sido a menudo poco entusiastas a la hora de adoptar una concepción
metafísicamente completa de la Omnipresencia Divina, es decir, una que refleje
adecuadamente la ilimitación absoluta de Dios o su máxima plenitud. Pero, ¿por
qué los teístas tradicionales deberían ser reacios a suscribir tal relato de la
Omnipresencia Divina? . . . una concepción de la Omnipresencia Divina que
satisficiera . . . la máxima plenitud de Dios constituiría un coqueteo
inaceptablemente íntimo con lo que William James llama ‘el campo de visión
panteísta’ (‘el CVP’). Dentro del CVP . . . el cosmos o universo natural
constituye se reduce a Dios en apariencia cósmica, es decir, que Dios como
inmanente es precisamente lo que el universo natural es. En consecuencia, los
defensores de la CVP pueden ser considerados propiamente como inmanentistas
extremos. Ahora, por supuesto, los teístas [clásicos] . . . insisten en la
falsedad del inmanentismo extremo en la medida en que sostienen que el universo
natural es algo además de su Creador y Conservador.
En vista de este aparente problema, por lo
tanto, “cristianos contemporáneos a menudo sugieren la teoría del panenteísmo
como una forma de entender la omnipresencia de Dios en el mundo que evita la
trampa del panteísmo (inmanencia total) por un lado, y del deísmo
(trascendencia total) por el otro. La palabra panenteísmo literalmente
significa ‘todo en dios-ismo’. Su tesis básica es que el mundo está en Dios y
Dios está en el mundo sin limitarse al mundo. Su objetivo es preservar una
relación íntima entre Dios y el mundo sin hacer los dos idénticos” comenta Highfield
(Great is the Lord: Theology for
the Praise of God, p. 288;
Véase también Gasser, G. God’s omnipresence in the world: on possible meanings
of ‘en’ in panentheism. Int J Philos Relig 85, 43–62 (2019). https://doi.org/10.1007/s11153-018-9695-9). Desde la perspectiva
del teísmo clásico, la trascendencia divina se basa en la diferencia ontológica
(en sustancia) entre Dios y el mundo haciendo imposible la interacción entre
las dos sustancias distintas. El teísmo clásico prioriza la trascendencia
derivando la inmanencia divina de la trascendencia divina, el panenteísmo
equilibra la trascendencia divina y la inmanencia (Clayton, Philip,
2020, “Varieties of Panpsychism”, in Panentheism
and Panpsychism: Philosophy of Religion Meets Philosophy of Mind,
Godehard Brüntrup, Paul Göcke, Ludwig Jaskolla [eds.], Boston: Brill USA Inc.,
pp. 191–203; Véase también Inman, R. D. [2021]. Grounding and
Participation in God. In Neo-Aristotelian Metaphysics and the Theology of
Nature [p. 294]. Routledge. https://doi.org/10.4324/9781003125860-15). El panenteísmo tiene sus variedades, pero se
asocia más comúnmente con el filósofo y teólogo Charles Hartshorne (The
Divine Relativity). Como en el teísmo clásico, el panenteísmo sostiene que
existe un Dios personal y que el universo físico depende de Dios y no puede
existir sin él. Sin embargo, la diferencia significativa del panenteísmo (de
Hartshorne) con el teísmo clásico, es que el panenteísmo afirma que Dios
depende en cierto sentido del universo y no puede existir sin él, como si el mundo
físico y Dios “coevolucionaran” simultáneamente. Ante esto puedo decir que, en
vista de que el universo parece haber comenzado a existir hace un tiempo
finito, un Dios panenteísta no podría haber actuado para causar el origen de
ese universo, ya que la propia existencia de Dios depende de que el propio
universo ya exista. Ningún Dios de tipo panenteísta podría haber existido,
pues, de nuevo, Dios depende de la misma existencia del universo. Este
panenteísmo no puede invocar una inteligencia independiente y trascendente como
causa absoluta del universo.
[8] Usaré solo sus siglas.
[9] Evans, W., 1974. Las Grandes Doctrinas de la Biblia. Grand Rapids, Mich.: Editorial Portavoz, p. 34.
[10] Cowling, Sam & Cray, Wesley D. (2017). How to Be
Omnipresent. American Philosophical Quarterly 54 (3), 224.
[11] Hudson, H.
2009. Omnipresence. In: Flint, T.P. and Rea, M.C. eds. The Oxford Handbook of
Philosophical Theology. Oxford: Oxford University
Press, p. 209.
[12] Esta sugiere que Dios se
difunde por el espacio como un objeto cuyas diferentes partes ocupan diferentes
subregiones.
[13] El modelo de entensión (defendido
por Hudson) afirma que Dios existe totalmente en todas y cada una de las
regiones sin comprometer su indivisibilidad.
[14] Básicamente la forma por
extensión (3) y de ocupación múltiple (4) no dan cabida a que Dios esté
presente en todas las regiones (Ibid., 209).
[15] Así mismo reconoce Gordon, J.R.
(2018). Rethinking Divine Spatiality: Divine Omnipresence in
Philosophical and Theological Perspective. The Heythrop Journal, 59 (3), 534-543, https://doi.org/10.1111/heyj.12832, “sostener un modelo de la
presencia de Dios en la que Dios ocupa un espacio específico o todos los
espacios parece tener la indeseable implicación de que Dios es un objeto
material, so pena de panteísmo, panenteísmo o teología del proceso de algún
tipo”.
[16] Como también lo explican Moreland, J. and Craig, W., 2003. Philosophical Foundations for a Christian Worldview. Westmont: InterVarsity
Press, p. 509, en el
teísmo, “Dios claramente no debe ser considerado como localizado en el espacio,
teniendo un cierto tamaño y forma circunscritos”. Así como no pensamos en Dios
como si estuviera de algún modo localizado en el espacio, “tampoco deberíamos
concebirlo como extendido por todo el espacio como una especie de éter omnipresente”
(Ibid., 509).
[17] Gordon, J.R.
Rethinking Divine Spatiality: Divine Omnipresence in Philosophical and
Theological Perspective. Ibid. Extendiendo la explicación, Hudson. Omnipresence. In: The Oxford
Handbook of Philosophical Theology. p. 200, “Uno pensaría que la relación de ‘estar
presente en’ es completamente directa, en el lenguaje actual, una relación
externa de ocupación entre objetos y regiones perfectamente natural y
fundamental. En cada momento están presentes, por ejemplo, este dado ocupa una
región aproximadamente cúbica, esa torre una región aproximadamente cilíndrica,
y la Tierra una región aproximadamente esférica. Sin embargo, una lectura tan
simple de la omnipresencia de la ocupación a menudo se ha evitado por temor a que
entrara en conflicto con otros atributos divinos”.
[18] Cowling &
Wesley. How to Be Omnipresent. p. 224.
[19] Clarke, S.
and Vailati, E., 1998. A Demonstration of the Being and Attributes of God and
Other Writings. Cambridge: Cambridge University Press, Intro. p. xvi, énfasis
añadido.
[20] Moreland &
Craig. Philosophical Foundations
for a Christian Worldview. p. 509.
[22] Grabowski, S. J. (1952). St. Augustine and
the Presence of God. Theological Studies, 13(3), 342-343. https://doi.org/10.1177/004056395201300302
[23] Parsons. Letters.
p. 21.
[24] Grabowski.
St. Augustine and the Presence of God. p. 348.
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