Juzgar las eclesiologías

 


Después de explorar los límites del cristianismo e informarme de su historia y su existencia hasta la actualidad, puedo decir que he llegado a una conclusión que veo necesario ponerlo por escrito. Esta conclusión ha tenido un impacto positivo para mi fe como Testigo de Jehová, ya que entender los diversos modelos eclesiológicos me ayuda a tener una opinión más realista de mi iglesia y su eclesiología. Sabiendo que este artículo tendrá lectores de todos los niveles, hago uso de ilustraciones y ejemplos para que se entienda lo mejor posible.

En primer lugar, sería bueno definir qué es “eclesiología” para que el lector entienda correctamente este artículo. Cuando hablamos de “eclesiología”, nos referimos a una disciplina que examina la identidad y actividad de una Iglesia[1]. Contesta el por qué una iglesia cree como cree, por qué opera como opera, y explica su estructura organizacional. La Iglesia Adventista, Testigos de Jehová, Católica Romana, Ortodoxa (Latinas, Coptas, etc), y muchas más, tienen su propio modelo eclesiológico. Podemos imaginar estos modelos eclesiológicos como “pelotas” individuales. Dentro de sí contienen un conjunto de razonamientos interdependientes que conectan desde las enseñanzas más periféricas hasta las más fundamentales. Estos razonamientos interconectados los podemos imaginar como un árbol: desde las ramas más pequeñas hasta lo más importante, que son sus raíces.

Cada “pelota”, es decir, cada iglesia, tiene dentro de sí su propio árbol, es decir, su propio conjunto de razonamientos interdependientes que crean una identidad a la Iglesia (= pelota), y les motiva a ciertos comportamientos, prácticas, o creencias. 

Cada modelo eclesiológico es, al fin de cuentas, el resultado de un conjunto de creencias de una persona, o comunidad, en un punto determinado de la historia. Un contexto epistemológico es la causa de cómo cree una iglesia, cómo opera y su existencia cómo tal. ¿Por qué es importante esto? ¿De qué sirve? Sirve, y mucho. Comprender la eclesiología puede ser exactamente lo que se necesita para manejar los problemas que ves en tu iglesia en este momento. Por supuesto, los Testigos de Jehová no son la excepción.

Cuando queremos saber por qué una persona tiene los problemas que tiene, sus traumas, y por qué actúa como actúa, solemos inquirir en su pasado y su cosmovisión para entenderlo. Hay cosas “fundamentales” en la vida de esa persona que trajo como consecuencia problemas y comportamientos negativos. Para entenderle, basta con inquirir en lo fundamental de esa persona: su pasado y su contexto social en el que fue criado.

 Así mismo funciona a nivel de Iglesias. Todas las iglesias surgen a partir de un contexto cultural de la época. Estos contextos moldean al pensamiento de una comunidad, y los hace actuar y creer de una determinada manera. El surgimiento de una Iglesia, a través de una comunidad, arrastrará estos modelos de pensamientos y se convertirán en la identidad de la Iglesia.

Puedo ejemplificar esto con mi denominación Testigos de Jehová. Mi iglesia TJ surge en el siglo XIX por Charles Russell. Para ese entonces, la teología predominante era la protestante, con el incesante deseo de hallar la verdad ya que el siglo XIX arrastraba el legado intelectual de la Ilustración (en el  siglo XIX surgió también el adventismo, mormones, ramas del metodismo, etc.). A esto súmale que la tradición filosófica predominante era la racionalista. Russell, bajo este contexto particular de su tiempo, fue moldeado a una determinada epistemología que afectó positivamente su percepción teológica. Este y varios factores más le llevaron a ser crítico con enseñanzas importantes de la Cristiandad, tales como la Trinidad y el tormento eterno consciente.

Sabemos que el método de estudio bíblico de Russell, sus colegas, y sus sucesores fue altamente influenciada por la tradición racionalista al notar cómo se leyó la Biblia y el tipo de conclusiones al que llegaron. Muchas de las enseñanzas que hasta el día de hoy se defienden, son el resultado de un uso de la lógica muy casual e intuitiva. Esto es similar a lo Isaac Newton dijo en uno de sus escritos: “La verdad siempre se encuentra en la simplicidad”[2]. Este presupuesto (racionalista) también era sostenido por Russell. Él creía que la verdad era fácil de identificar haciendo uso de la razón más natural del humano. Esto podría explicar por qué varias de las enseñanzas de Russell, y las que se defienden hasta ahora, son tan atractivas y fáciles de entender para todo tipo de personas.

Con el pasar del tiempo, Russell y sus colegas llegaron a conclusiones distintas con respecto a otras áreas teológicas (e.g. soteriología, profecías, etc.). El paradigma eclesiológico de Russell estaba en formación, y después de su muerte, sus sucesores continuaron formando la eclesiología. Esto vemos reflejado con Joseph F. Rutherford, quien fue clave para la formación de una buena parte de la eclesiología de los Testigos de Jehová hasta la actualidad. Su contexto lo condujo a creer, rechazar, cambiar ciertas creencias o enseñanzas que para muchos en la actualidad podrían parecer “absurdas”[3] (véase la nota). Pero detrás de estas enseñanzas, hubo una razón, una historia, un contexto que los justifica como lo explica la nota.

Consideremos a la Iglesia Católica Romana por un momento. Su eclesiología empezó formándose en un punto antiguo de la historia. Podríamos decir que empezó desde el siglo I, en la sede de Roma, junto con las demás sedes patriarcales que existían para ese entonces (Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén). A mi conocimiento, su formación eclesiológica se aceleró desde el Cisma de Oriente en el año 1054[4]. Año cuando la sede Romana emprende su propio camino alejada de las demás Iglesias Apostólicas (las Iglesias Ortodoxas de Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén).

Las Iglesias Apostólicas (Católica Romana y Ortodoxas) nacen con la fundación de los apóstoles y sucesores. Su contexto epistemológico fue conservar el modo de adorar judío, y en otros lugares, su manera de adorar tuvo sus modificaciones porque nacieron en un contexto no judío (e.g. la Iglesia Ortodoxa Asiria). Entre las mismas Iglesias Apostólicas existen diferencias en sus prácticas, tradiciones, teologías y filosofías. Es difícil rastrear si algunas de estas enseñanzas o prácticas fueron realmente derivadas de los apóstoles o no. De todos modos, mi punto es que la eclesiología de la Iglesia Católica Romana es muy antigua, y para nuestros tiempos varias de sus tradiciones parecen anticuadas, innecesarias, y su modo de adorar no es atractiva. Juzgar a la Iglesia Católica desde nuestro paradigma eclesiológico podría hacernos caer en anacronismos e imprecisiones.

Si comparamos la eclesiología de los TJ con la de la Iglesia Católica, y decimos que nuestra Iglesia TJ es mejor, es caer en un anacronismo. Podríamos cometer el error de decir, por ejemplo, “la Iglesia Católica no es la verdadera porque no hay amor ni unidad en sus lugares de culto”, “no es la verdadera porque no predican de casa en casa”, etc. A mi juicio, estas comparaciones eclesiológicas son egoístas porque no buscan entender, estudiar, ni comprender el contexto por el cual su eclesiología es como es[5]. Pueda que, en el siglo I, cuando su eclesiología empieza a nacer, la forma en la que se congregaban era la mejor expresión de amor y unidad (Justino Mártir registra, por ejemplo, el saludo de paz entre los miembros. Esto seguramente fue una expresión de amor cristiano de alta estima).

En el siglo I en adelante, evangelizar era hablar en público ante las naciones que no conocían nada de Cristo (como hacen varios evangélicos actualmente), también era viajar a las aldeas que no oyeron nunca de Cristo (esto lo hacen varias iglesias protestantes y también Testigos de Jehová). No existía el método específico de predicar “de casa en casa”. Obviamente esto no significa que el predicar de casa en casa, como lo hacen los TJ, sea incorrecto. No lo es (yo como TJ lo sigo cumpliendo). Es simplemente un método de difusión más discreto, adaptada a los siglos XIX-XXI. Jesús mandó a evangelizar, pero nunca indicó un método de evangelización. El contexto de un cristiano determinará cómo cumplir con ese mandato. El contexto social-cultural de una Iglesia determinará cómo ve y promueve estos mandatos en sus miembros. Esto explica cómo los TJ han añadido y se han adaptado a métodos de difusión modernos, haciendo uso de la tecnología.

Por supuesto, creo que hay aspectos eclesiológicos de la Iglesia Católica que están equivocados, especialmente en su teología. Creo que “la verdad” de una Iglesia radica en su teología, especialmente en su identidad de Dios. La praxis no es un factor determinante de verdad per se. Apuesto a que, si los TJ mantienen su eclesiología rígida y sin cambios, dentro de 2000 años nos convertiremos en una Iglesia anticuada, con prácticas innecesarias, y poco atractiva (para los cristianos de ese futuro hipotético). El mismo fenómeno sucede hoy en día con las Iglesias Apostólicas de 2000 años de existencia.

Estamos en la modernidad, y la eclesiología de los TJ es moderna, por ende, esta eclesiología parece satisfacer mejor nuestras necesidades modernas. Tiene sus errores teológicos y pragmáticos, como en todas las Iglesias. Pero creo que los Testigos de Jehová, gracias a su modelo eclesiológico, son la mejor herramienta y lugar para poner en práctica la fe cristiana en una era moderna. Su eclesiología, específicamente su praxis, deriva de principios y mandatos bíblicos claros. A esto añadimos que los TJ tienen la identidad correcta de Dios.

Puedo decir sin problemas que la eclesiología de mi denominación TJ, en sus partes esenciales, tienen buen respaldo bíblico. Sigo esperando que los otros aspectos eclesiológicos sigan mejorando y corrigiendo. Los Testigos de Jehová tienen mucho potencial como denominación, pero ciertos elementos rígidos de nuestra eclesiología bloquean la puerta a una mejora significativa del paradigma eclesiológico. Pero los cambios dentro de la Organización, que comenzó desde finales de 2023, arrojan esperanza de una evolución para bien. Entender el contexto de cómo se formó nuestra eclesiología nos hace más tolerantes y empáticos con los problemas que actualmente los Testigos de Jehová están pasando.

 Mientras tanto, mi fe cristiana, puesta en práctica a través de los Testigos de Jehová, recae últimamente en el Dios Padre y su Hijo (1 Corintios 3:11, 21-23).



[1] Bender, K. J., & Long, D. S. (2020). T&T Clark Handbook of Ecclesiology. Bloomsbury Publishing, p. 1.

[2]  Treatise on Revelation (section 1.1), 14r. Disponible en: https://www.newtonproject.ox.ac.uk/view/texts/normalized/THEM00135

[3] Un hermano que trabajó como investigador para el Cuerpo Gobernante, nos explicó: “Durante el tiempo que Rutherford estuvo liderando a los Testigos de Jehová, el rebaño era pequeño, y sucedieron cosas que podrían haber dañado seriamente las oportunidades de crecimiento. Casi perdió toda la Sociedad en 1917. Casi perdió todo de nuevo cuando Olin Moyle expuso sus (de Rutherford) debilidades como líder cristiano. Hubo momentos en los que la existencia misma de los Testigos de Jehová era precaria, debido a la persecución generalizada antes de la Segunda Guerra Mundial, las revoluciones y las decisiones políticas posteriores a la Primera Guerra Mundial en Europa y Asia, etc. (Personas que lo conocieron bien me dijeron que incluso Hayden Covington podría haber dividido prácticamente la organización a la mitad en un momento después de ser expulsado, y tuvo que ser persuadido para no hacerlo.) Rutherford tuvo problemas serios, muy serios, que enfrentar y tomó decisiones de liderazgo basadas en el clima de los tiempos. Rutherford siempre parecía tener en mente la necesidad de publicitar y promocionar la organización. A menudo pedía a sus compañeros Testigos de Jehová que siguieran instrucciones que nos harían destacar como muy diferentes de los demás. Y este era un patrón que parecía funcionar, desde esta perspectiva publicitaria también. Los niños en la escuela eran rápidamente identificados por su postura sobre el saludo a la bandera, las fiestas y los cumpleaños. En efecto, cada niño Testigo de Jehová estaba dando testimonio a toda una escuela de estudiantes y maestros todos los días. Creaban curiosidad que a veces duraba toda la vida”.

[4] Una explicación un poco más detallada lo da la página Bite Project: https://biteproject.com/cisma-de-oriente/

[5] Nemes, S. (2023). Theology of the Manifest: Christianity Without Metaphysics. Fortress Academic, p. 115: “Uno puede apelar a cualidades poseídas solo por la propia comunidad y no por la otra, o bien puede apelar a cualidades que podrían ser poseídas por ambas comunidades juntas. Tomar la primera opción es cometer una petición de principio, ya que uno estaría justificando la conclusión de que este cuerpo eclesial es la iglesia y no el otro con referencia a la propia eclesiología del primero. Pero tomar la segunda opción es caer en un non sequitur, ya que ambas comunidades eclesiales supuestas podrían, en principio, poseer una y la misma cualidad. El hecho de que una posea esa cualidad, por lo tanto, no justificaría la inferencia de que solo esa es verdaderamente la iglesia”.

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