Mi breve historia con el "Tiempo de los Gentiles"
La doctrina
del Tiempo de los Gentiles es ampliamente creída por los Testigos de Jehová. Es una
doctrina muy importante porque marca 1914 como el año de entronización de
Jesucristo en el Reino de Dios y es el comienzo de los “últimos días”[1]. Tiene una larga historia
y su origen se remonta en Nelson H. Barbour[2], y posteriormente a Charles
Taze Russell (quien promovió y predicó esta doctrina). Tanto Barbour como Russell
tenían reuniones frecuentes y, al parecer, Russell no solo aceptó la fecha de
1874, sino también todos los cálculos temporales de Barbour, incluyendo su
cálculo de los Tiempos de los Gentiles[3]. Según esta doctrina, los
llamados “Tiempos de los Gentiles” mencionados por Jesús en Lucas 21:24
constituyen un período de 2,520 años, comenzando en el 607 a.C. y terminando en
el 1914 d.C.
Ante todo, la intención de este breve
artículo no es contar la historia del Tiempo de los Gentiles ni explicarlo a
detalle, más bien, es explicar brevemente por qué renuncié a esta doctrina a pesar de ser
considerada importante[4]. Del mismo modo, explico los criterios científicos que me obligaron a renunciar al 607 a.C como el año de la caída de Jerusalén por el poder de Babilonia. Para quien desee conocer más
a fondo, se ha escrito mucho sobre la historia de Russell y sus cálculos proféticos
en las mismas publicaciones de los TJ, siendo el más conocido “Los Testigos
de Jehová: Proclamadores del Reino de Dios”.
La causa
Como muchos lo sabrán, soy una persona
inconforme con conocer lo mínimo. En tanto la información esté al alcance de mi
mano, un impulso interno me obliga a explorar más allá de lo que se me ha
enseñado adoptando una actitud de “buscador de la verdad” y “verificador de
hechos”. Esto es un ejercicio intelectual obligatorio para quien tenga la
oportunidad de ejercerlo y si sus circunstancias lo permiten.
Entre mediados y finales de 2022, un
nuevo reto se presentó a mi vida intelectual. En aquellos tiempos una tendencia
de católicos romanos empezó a emerger al propagar entre las comunidades de
pensamiento crítico, filosofía de la religión y en círculos apologéticos un
conjunto de argumentos a favor del catolicismo desde la tradición, su autoridad
para definir el canon del Nuevo Testamento (NT), argumentos en contra de la Sola
Scriptura, y el argumento tipológico de Eliakim a favor del papado (Isa.
22:22 = Mat. 16:18). Tengo que admitir que los argumentos desde la tradición
son buenos y para aquel entonces todos estos argumentos a favor del catolicismo
me resultaron muy interesantes. Atravesé por un período de intensa sacudida intelectual,
y de mi fe como TJ. Forzosamente consideré estos argumentos y me informé más
sobre la historia cristiana desde los primeros siglos para entender la
tradición y su curso desde diversos contextos sociológicos.
Fue gratificante porque conocí una parte
del cristianismo que ignoraba en buena parte: la profundidad intelectual de las
Iglesias Ortodoxas (Bizantinas y Orientales). Después de todo, tenía que
admitir que las Iglesias Apostólicas (Católica Romana y Ortodoxas) tenían
buenas razones, o bases muy racionales a favor de sí mismas desde la materia de
la Historia. Ellos tienen razones históricas (empíricas) muy buenas para
afirmar que son la iglesia de Jesucristo. Entonces me pregunté: ¿los Testigos
de Jehová tienen alguna base histórica para afirmar lo mismo? La respuesta fue
afirmativa y se supone que es su cronología del Tiempo de los Gentiles. ¿Por
qué no crear un argumento a favor de los TJ desde la historia al igual que las
demás Iglesias Apostólicas? Esta investigación fue, en parte, para reforzar mi
fe en los Testigos de Jehová porque mi estudio de la Tradición me había
sacudido.
Muchos estarán de acuerdo con que el
Tiempo de los Gentiles, en su explicación sencilla, sería candidata a una buena
narrativa (o teodicea) del cristianismo. Creía en el Tiempo de los Gentiles como una
solución a los diversos argumentos por parte de la Iglesia Ortodoxa y Católica
Romana. Ambas tienen argumentos a favor de sí, y las dos no pueden ser ciertas.
Así que pensé que el Tiempo de los Gentiles junto con la parábola del “trigo y
la mala hierba” podrían ser un caso favor de un solo Reino y un solo pueblo
elegido por Dios. Por lo tanto, el Tiempo de los Gentiles creaba una teodicea
convincente, a favor de los TJ, en su simple explicación. La doctrina parecía
tener el potencial de ser un tercer caso histórico a favor de la denominación
TJ, competente con los otros dos casos históricos a favor de la Iglesia Católica y Ortodoxa.
No hay que olvidar que el Tiempo de los
Gentiles (1914) es tan importante que es la base para clamar ser el
pueblo elegido de Dios y para que el Cuerpo Gobernante tenga autoridad
legítima como el nombrado “esclavo fiel y prudente”. La interpretación de que una “clase de esclavo fiel
y discreto”, a quien Cristo, como el “amo” en la parábola de Mateo 24:45-47, ha
nombrado “sobre todas sus pertenencias”, se basa inequívocamente en el
cálculo cronológico de que el “amo” llegó en 1914 y realizó tal
nombramiento unos años después, en 1919. Si el Tiempo de los Gentiles no terminó
en 1914, entonces Jesús no vino a inspeccionar a ninguna denominación cristiana
y el Cuerpo Gobernante nunca fue nombrado “sobre todas sus
pertenencias” en 1919. Ergo, no existe pueblo elegido por Dios en 1919.
Entonces, para crear un caso racional (al
igual que las Iglesias Apostólicas) tenía que informarme más sobre el Tiempo de
los Gentiles, examinarlo a detalle y, una vez hecho esto, crear un argumento histórico
a favor de los TJ.
El examen al Tiempo de los Gentiles
Uno de los puntos más controversiales
de la doctrina es que su cálculo cronológico parte de la fecha de un evento histórico:
la caída de Jerusalén. Los TJ son lo únicos que afirman que la caída de
Jerusalén sucedió en el año 607 a.C. mientras que toda la academia sitúa el
evento en el año 587 a.C. Era consciente de esta controversia desde que tengo
17 años pero siempre asumí que tenía buena base y nunca me empeñé en verificarlo.
Alrededor de la misma edad, también llegué a conocer a Carl Olof Jonsson, el
autor de unos de los libros más técnicos en contra de la doctrina titulado: “El
Tiempo de los Gentiles Reconsiderados”. Al mismo tiempo conocí a Rolf J.
Furuli (profesor de lenguas semíticas en la Universidad de Oslo), quien en sus
años como Testigo de Jehová escribió dos volúmenes de cronología a favor del
año 607 a.C[5].
Supe del encuentro que tuvieron los dos, pero siempre asumí que el año 607 a.C.
era probablemente correcta simplemente porque un académico de la talla de
Furuli lo creía.
Nunca vi la necesidad de estudiarlo, e
invertí mi tiempo en estudiar otros temas teológicos y filosóficos. Sin embargo,
como lo expliqué en el subtema anterior, las circunstancias que viví a finales
de 2022 hasta mediados de 2023 me obligaron a estudiar la doctrina del Tiempo
de los Gentiles para defenderlo y, si es posible (con el conocimiento que
tengo), reforzarlo. Rompí el sesgo y empecé leyendo a Carl Olof Jonsson comparando
con la tesis de Furuli. Pasaron los días y, poco a poco, me estaba dando cuenta
que la tesis de Furuli contenía un error importante: su tesis no parecía
cumplir con los criterios científicos para defender su hipótesis. Esto inmediatamente
me hizo dudar, a buen grado, de la solidez de su tesis.
Afortunadamente, yo ya poseía
conocimientos de los criterios científicos en la materia de historia gracias a
Michael Licona. En su libro “The Resurrection of Jesus: A New
Historiographical Approach” argumenta a favor de la resurrección de Jesús
como la mejor hipótesis explicativa a los hechos mínimos conocidos sobre Jesús
y los apóstoles. En varias de sus páginas (pp. 109-111) dedica a explicar sobre
estos criterios en el sector científico aplicado en historia. Estos criterios
los transladé al caso del año de la caída de Jerusalén para mi análisis, pues,
tenía dos teorías o hipótesis compitiendo, 1) su caída fue en el año 587 a.C,
2) su caída fue en el año 607 a.C. Ante estas dos teorías/hipótesis
compitiendo, asumí el papel de historiador y busqué basarme en los criterios historiográficos
para determinar cuál de las dos es la mejor, o la más probable. En otras palabras,
hice un razonamiento abductivo el cual “es un patrón de inferencia común
encontrado en campos de investigación que van desde la filosofía hasta la
ciencia y la historia”[6]
Sobre las teorías o hipótesis
competitivas, McCullagh explica[7]:
Cuando una
hipótesis explica más datos de los que originalmente se diseñó para explicar,
eso fortalece su credibilidad. A medida que el alcance de una explicación
aumenta, generalmente se vuelve proporcionalmente más creíble . . . Para elegir
entre ellas, los historiadores consideran varios atributos deseables de las
hipótesis explicativas y ven cuál proporciona la mejor explicación.
Esto es precisamente lo que apliqué en
mi evaluación al Tiempo de los Gentiles, los criterios[8]: grado de plausibilidad, alcance
explicativo, poder explicativo, desconfirmación, y menos componentes ad hoc.
Y como Niiniluoto acertadamente dice: “las mejores explicaciones reciben una
confirmación más fuerte”[9]. A medida que comparaba el
año 587 y 607 a.C, era muy notorio que el año 587 tenía una armonía simple y
completa con los criterios científicos. Mientras que el 607 tenía muchos
problemas, principalmente con el criterio de alcance explicativo. Ya que
no lograba explicar las 17 líneas de evidencia, que, curiosamente, apuntaban fuertemente al año 587 a.C (estas líneas de evidencia incluyen textos astronómicos,
textos cuneiformes babilónicos antiguos como crónicas, listas de reyes,
inscripciones reales y decenas de miles de documentos económicos,
administrativos y legales del período neobabilónico).
Jonsson hizo un trabajo excelente explicando
los textos bíblicos a la luz de la evidencia científica. Mientras que la
metodología de Furuli parecía aplicar criterios personales de estudio y
confirmación. Se dice que 587 a.C. va en contra de la Biblia, pero Jonsson
demostró que esto no es cierto. Los 70 años no aplicaron exclusivamente para el
exilio de Jerusalén (contrario a lo que establece el Tiempo de los Gentiles),
sino para Babilonia y su dominio sobre las naciones (Jer. 25:11-12). Soy fiel
creyente que la Biblia y la ciencia no se contradicen entre sí, ya que como escribió
Hodgson hablando de Galileo: “si un resultado científico está establecido sin
lugar a dudas, entonces cualquier pasaje en las Escrituras que parezca
contradecirlo debe ser reexaminado, porque la verdad no puede contradecir a la
verdad”[10].
El año 607 a.C. no es el único problema
Aparte de la gran cantidad de evidencia
a favor del 587 a.C., hallamos serios problemas con el aspecto, o entendimiento
profético de Daniel capítulo 4, donde se menciona los “siete tiempos” aplicándolo
como un paralelo con el “tiempo” de interrupción de la dinastía israelita tal y
como sucedió con Nabucodonosor. Los TJ tienen serios problemas al justificar por
qué los “siete tiempos” son en realidad “siete años”, cuando en la lista de
actividades de Nabucodonosor no existe un período de siete años de inactividad[11]. Por ende, es difícil hallar un paralelo
entre las palabras de Jesús en Lucas 21:24 con Daniel 4.
También, serios problemas con Zacarías 1:7-12; 7:1-5 ya que si asumimos que la caída de Jerusalén ocurrió en el año
607 a.C., entonces esto haría que el tiempo en que se observaron los ayunos
fuera de noventa años en lugar de setenta[12]. Otro problema, tal vez la más importante: el
reinado de Jesús. El NT es muy claro al decirnos que Jesús fue rey desde su
ascensión al cielo cumpliendo con la profecía de Salmos 110:1-2 (cff. Heb.
10:12-13). Así, teniendo poder y autoridad total sobre el cielo y sobre la
tierra (Mat. 28:18; Ef. 1:20-23; Col. 2:10; Rev. 1:5). Vale preguntarse, si
Jesús ya tenía todo el poder y autoridad sobre el cielo y la tierra, ¿qué poder
o autoridad adicional se le dio en 1914? (esta pregunta aplica también para la
explicación de los “dos reinos” que ha planteado la Organización).
Por otro lado, se suele usar Hebreos 10:13 para justificar que Jesús estaba “esperando” hasta que sus enemigos sean puestos bajo sus pies para luego ser entronizado, pero 1 Corintios 15:24-28 contradice este razonamiento por dos razones:
- En el v. 25 se dice que los enemigos serán puestos debajo de los pies de Jesús en su etapa final del reinado (TNM: “él tiene que reinar hasta que Dios haya puesto a todos los enemigos debajo de sus pies”). Después de esto su reino será entregado a su Padre tal como lo revela los vv. 24 y 28.
- Se dice que en 1914 todos los enemigos fueron puestos debajo de sus pies de Jesús. Pero el v. 26 nos dice que, al someterlos debajo de sus pies, entonces “el último enemigo, la muerte, será destruido”. Pero en 1914 no sucedió esto.
La “espera” de Cristo a la diestra de
Dios (Heb. 10:13) no puede haber sido una espera para que su reinado comenzara.
En cambio, como muestran otros pasajes paralelos (1 Cor. 15:24-28), ha sido una
espera para que su gobierno “en medio de sus enemigos” termine, para llegar a
su etapa concluyente.
Conclusión
El Tiempo de los Gentiles ha causado
serias dificultades a la hora de “fortalecer mi fe”. Charles Russell se
equivocó con esta doctrina, y actualmente los historiadores y críticos de la Biblia
y la historia han hecho del Tiempo de los Gentiles una doctrina poco creíble
sin poder ni alcance explicativo. Además, tiene problemas no solo con la parte
científica, sino con la lógica de la Escritura misma, i.e., el Nuevo Testamento.
Si bien esta doctrina es la base para afirmar que los TJ son el pueblo elegido
de Dios, desafortunadamente, es errada. ¿Significa esto que los TJ dejan de ser
el pueblo de Dios? Esta pregunta la responderé en próximos artículos los cuales
buscarán explicar mi actual paradigma de cristianismo.
[1] En el
último libro de estudio para el público, en la sección 2, lección 32, empieza
diciendo: “El Reino de Dios empezó a gobernar en el cielo en el año 1914. En
ese mismo año comenzaron los últimos días del gobierno humano” (¡Disfrute de
la vida para siempre! Curso interactivo de la Biblia, p. 131).
[2] Barbour, en la edición de junio de 1875 de Herald
of the Morning, sugirió que los tiempos de los gentiles comenzaron en el
606 a.C., con el final del reinado de Zedekías. Aunque inicialmente parecía
apuntar a 1915 como el final de estos tiempos, posteriormente quedó claro que
tenía en mente el año 1914. La fecha de 1914 se menciona directamente por
primera vez en la edición de septiembre de 1875, donde se encuentra la
siguiente declaración en la página 52: “Creo que aunque la dispensación del
evangelio terminará en 1878, los judíos no serán restaurados a Palestina hasta
1881; y que los ‘tiempos de los gentiles’, es decir, sus siete tiempos
proféticos, de 2520, o dos veces 1260 años, que comenzaron cuando Dios entregó
todo en manos de Nabucodonosor, 606 a.C.; no terminan hasta el año 1914 d.C.; o
40 años a partir de este momento.”
[3] Esto lo indica el propio Russell: “[C]uando nos
encontramos por primera vez, él tenía mucho que aprender de mí sobre la
plenitud de la restitución basada en la suficiencia del rescate dado para
todos, como yo tenía mucho que aprender de él acerca del tiempo” (Zion’s
Watch Tower, 15 de julio de 1906, p. 231).
[4] The Watchtower, Abril 1, 1986, pp. 30,31,
leemos: “La asociación aprobada con los Testigos de Jehová requiere aceptar
toda la gama de las verdaderas enseñanzas de la Biblia, incluyendo aquellas
creencias escriturales que son únicas para los Testigos de Jehová. ¿Qué
incluyen tales creencias? . . . Que 1914 marcó el fin de los tiempos de los
gentiles y el establecimiento del Reino de Dios en los cielos, así como el
tiempo para la presencia anunciada de Cristo” (énfasis añadido).
[5] Fue Furuli quien dio sus estudios a los Testigos de Jehová. Los dos artículos que se hallan en la biblioteca JW sobre la caída de Jerusalén son originalmente de Furuli. Básicamente, es el resumen, en dos partes, de la tesis de Furuli (Parte I; Parte II). Furuli lo explica así: “En 2008, un miembro del Comité de Redacción en Brooklyn me contactó en relación con la cronología Neo-Babilónica. Tuvimos algunas largas conversaciones telefónicas e intercambiamos una serie de correos electrónicos. Se le había asignado escribir dos artículos sobre la cronología Neo-Babilónica y pidió mi ayuda. El hermano me dijo que la reacción de los miembros de la GB a los borradores de los artículos fue muy buena. Pero un miembro consideró que los artículos eran demasiado difíciles de entender y que partes debían ser simplificadas. Esto se hizo, y por lo tanto, algunas de las fuertes evidencias a favor del 607 no se incluyeron” (Extraído de uno de sus artículos de su blog My Beloved Religion).
[6] Habermas, G. R., & Flew, A.
(2009). Did the Resurrection Happen?: A Conversation with Gary
Habermas and Antony Flew. InterVarsity Press. p. 123.
[7] Behan McCullagh, C. (2003). The Logic of History: Putting Postmodernism
in Perspective. Routledge. pp. 50-51.
[8] Ibid, p. 52.
[9] Niiniluoto, I. (2018). Truth-Seeking
by Abduction (1st ed.). Springer International Publishing. p. 97.
[10] Hodgson, P. E. (2005). Theology and Modern Physics. Ashgate
Publishing. p. 12.
[11] Jonsson, C. O. (2004). The Gentile Times Reconsidered.
Commentary Press: Atlanta, p. 253-256.
[12] Ibid, pp. 225-229.
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