¿Es este un yugo desigual?
No sé definir qué es un yugo desigual. ¿Hasta que punto uno se convierte en yugo desigual para otro? No lo sé. ¿Acaso el amor es una propiedad donde puede haber “desigualdad”? Me pregunto todas las noches: ¿eres mi yugo desigual?
Dios es tan grande, perfecto y sabio. Su conocimiento es perfecto y el mío no. Si tuviera creencias equivocadas, ¿podría tener una relación estrecha y amorosa con Jah? Claro que sí. Jah tiene el conocimiento correcto, y yo tengo el conocimiento equivocado. Si ella, la chica a quien aprecio tanto, tiene creencias equivocadas, ¿podría tener una relación estrecha y amorosa conmigo? No lo sé, ¡pero me inclino a pensar que sí! ¿Cómo aplica, entonces, el “yugo desigual”?
Si dos personas que comparten las mismas creencias unen sus vidas en matrimonio, ¿por qué algunos matrimonios fracasan? ¿Cómo salva un “yugo igual” un matrimonio? No lo hace. Te pregunto, chica mía, ¿aceptas estar conmigo?
¿Comprendes mi heterodoxia? Bueno, aún no lo sabes, pero, ¿cómo reaccionarás cuando lo sepas? No paro de pensar en esto. Nuestra configuración cognitiva es tan similar, cercana y parecida que no puedo evitar pensar en que venceremos las barreras del “yugo desigual” (que es lo que muchos pueden llegar a pensar). Al final de cuentas, no tenemos creencias opuestas, simplemente creencias diferentes que no se contraponen entre sí. Nuestra configuración cognitiva logrará compatibilizar nuestros paradigmas mentales, créeme. Te aseguro que es posible.
Te admiro mucho, porque no he conocido a alguien como tú antes. Es la primera vez que conozco a alguien tan apuesta, inteligente, sabia y comprensiva. Nuestra configuración cognitiva es muy similar, ¿qué puede detenernos a una vida juntos? Me contaste tu pasado y tus pensamientos, y yo te conté los míos. ¿No te das cuenta que somos tan similares? Lo sé, te diste cuenta, pero lo sigues pensando. Tómate tu tiempo. ¿Conocerás a alguien tan parecido a mi en un futuro? Yo creo que no, muy díficil. ¿Conoceré a alguien como tú, tan parecida a mi, en un futuro? Yo creo que no, muy díficil. ¡Hasta en ese problema somos tan similares!
Mira, soy una persona que no se enamora fácilmente. He conocido a muchas chicas atractivas, pero ninguna me causa asombro ni admiración. ¡Tan básicas! Siempre ofreciendo lo mismo. Pero llegaste tú, tu paradigma mental sacudió mi más duro corazón, cuyo sacudón debilitó mi intelecto y dió paso al amor. Ese amor que tenía estaba enjaulado en mi rigidez intelectual, pero tú forma de pensar, tu manera de ser, y tú nivel intelectual, fue la llave que liberó el amor de las jaulas de mi rígido intelecto. ¿Quién como tú?
¿Es esto yugo desigual? No lo es, y tú lo sabes. Muchos dirán que sí, pero, ¿acaso ellos están a la altura de comprender nuestros paradigmas mentales? Soy heterodoxo, lo sé, pero pregúntate: ¿es nuestra configuración cognitiva “desigual”? No lo es. El yugo desigual solo llega hasta el plano de las creencias, ¡pero no llega hasta el fundamento! El cual es nuestra configuración cognitiva. Tal vez seamos un yugo desigual en lo superficial, pero somos un yugo igual en lo fundamental. Solo piénsalo, chica. Siempre te pienso, y no pensaré en nadie más. Pregúntate, “¿qué otro chico puede entender tan bien mi manera de pensar, mis dudas, temores y pasado?”.
Comprendo perfectamente que tú y yo aún no estemos en las condiciones de florecer un amor, pero, es inevitable pensar en ti frecuentemente. Tan solo dime, ¿me esperarías? Te recuerdo, esto no es un yugo desigual, solo tenemos diferencias que no se contraponen entre sí. Querida, si tan solo me dieras la oportunidad, en algún momento, de escucharme y explicarte todos los detalles de mi paradigma, qué maravilloso sería. Lo siento por no ser igual a todos, pero, es inevitable mi celo por buscar la verdad de todas las cosas.
Eres muy capaz de comprender mi paradigma. No tienes que aceptarlo, pero me basta con que lo entiendas y logres identificar cuán reconciliable es con tu paradigma. Lo admito, aún no conozco tu paradigma pero, apuesto que tiene una gran cantidad de similitudes. Tu sencillez, feminidad y poder intelectual me fascinan. Nunca cambies. Y si lo nuestro nunca evoluciona, lo aceptaré; te respetaré y te desearé lo mejor. Pero ya sea que te vayas de mi vida, o te integres a la mía, algo es muy cierto de ti:
“Eres la más sabia entre las lindas, y la más linda entre las sabias”.
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