Un argumento reductio ad absurdum para el naturalismo
- El naturalismo es verdadero. [suposición para la reductio]
- Si el naturalismo es verdadero, entonces el naturalismo es posiblemente verdadero.
- Si el naturalismo es posiblemente verdadero, entonces, necesariamente, el naturalismo es posiblemente verdadero.
- Necesariamente, el naturalismo es posiblemente verdadero [de 1, 2, 3].
- Hay al menos una verdad necesaria [de 4].
- Hay al menos una proposición necesariamente verdadera [de 5].
- Necesariamente, si alguna proposición P es verdadera, entonces P existe.
- Si alguna proposición P es necesariamente verdadera, entonces P existe necesariamente [de 7].
- Hay al menos una proposición necesariamente existente [de 6, 8].
- Hay algo que no existe contingentemente. [de 9].
- Si el naturalismo es verdadero, entonces todo lo que existe, existe contingentemente.
- No todo lo que existe, existe contingentemente [de 10].
- El naturalismo es falso [desde 11, 12].
Todo el argumento tiene como objetivo descomponer al naturalismo desde la base de que todo lo material y físico es contingente, y al aceptar que debe haber algo necesario, por lo tanto, el naturalismo no puede ser posible. Siendo crítico con el argumento, puedo
señalar que la premisa 11 es debatible. Existen personas que asumen un naturalismo al modelo de
Graham Oppy, en el cual hay un primer estado inicial necesario de realidad
física, del que se sigue todo otro estado no inicial por causalidad
indeterminista[2].
Después de todo, creo que el argumento es válido para quienes admiten una contingencia
absoluta en la materia, llegando a considerar la realidad misma como una contingencia
bruta (sin explicación).
[1] Kors, A. (2016). Naturalism
and Unbelief in France, 1650-1729 (p. 5). New York: Cambridge University Press.
[2] Oppy G (2013) The Best Argument against God. Cham: Palgrave Macmillan. pp. 12-13. También Oppy, G (2013) Ultimate naturalistic causal explanations. In Goldschmidt T (ed.), The Puzzle of Existence: Why Is There Something Rather Than Nothing? London: Routledge, p. 134.
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