Intercambio de correos con Dr. Rolf Furuli

 


Dr. Rolf Furuli es uno de los defensores académicos de los Testigos de Jehová más conocidos, siendo él mismo un TJ (aunque está expulsado en este momento). Poniendo a un lado sus desacuerdos con la Organización, él apoya y defiende la enseñanza tradicional de rechazar transfusiones de sangre. En pocas palabras, está de acuerdo con la explicación oficial de la Organización. Hace unos días tuve un intercambio de correos donde fui crítico con su postura, al mismo tiempo que le presentaba mi paradigma de la santidad de la sangre que es, a mi parecer, el mejor paradigma dado su alcance y poder explicativo. La breve interacción fue triste, y quien lea esto se dará cuenta de ello. Publicaré sus respuestas, y debajo de cada una haré unos comentarios. Mi correo fue el siguiente:


Lo resumiré brevemente. La santidad de la sangre se produce en un contexto específico, y no hay excepciones: la sangre es santa únicamente cuando representa la vida de quien ha muerto. Esa sangre derramada se convierte en santa porque está representando la vida del sujeto muerto, es solo en este caso donde vemos un sentido de sacralidad (como el caso de Abel muerto, siendo su sangre la que “gritaba” desde la tierra). Otro caso es la de Jesús, su sangre se considera sagrada únicamente porque murió, y no por otra cosa.

Por otro lado, el sexto mandamiento decía “no matarás”, pero había una excepción a este mandamiento: el judío podía “matar” solo si la razón era salvar su vida. A esto llamamos “principio de legítima defensa” y lo encontramos en Éxodo 22:2-3. Aquí surge la pregunta: ¿No es incoherente que se permita quitar una vida en defensa propia, pero que se prohíba aceptar sangre donada para salvar la vida propia?

En cuanto a Hechos 15:20, 29, se hace mucho énfasis en el verbo “abstenerse” como si esta fuera absoluta. Pero el contexto simplemente indica que se apelaba a una norma ya existente y no había intención de expandir la norma. Después de todo, la respuesta de Furuli fue:


Tengo que admitir que su respuesta no me sorprendió tanto. Conocía su tesis ya que lo explica en su libro “My Beloved Religion”. Sin embargo, sí esperaba, al menos, un comentario breve que “refute” (parcialmente, aunque sea) el paradigma que le acabo de presentar. Pero no hizo comentarios al respecto y simplemente lo evadió. Al ver que todo su paradigma recae en la literalidad del verbo “abstenerse”, quise hacer presión en su interpretación de Hechos 15. Así que procedí hacerle solo tres preguntas, muy sencillas y racionales:

 


¿Porqué estas tres preguntas? Porque solo con esas tres podemos determinar por completo la intención del decreto apostólico en el concilio.

En cuanto a la primera pregunta, la respuesta es evidente. Si se estuviera dando un “nuevo mandamiento”, entonces la tesis de Furuli puede sobrevivir. ¿Pero es este el caso? No lo es. La carta enviada a las congregaciones en Hechos 15:29 presenta el siguiente orden de los elementos que se deben “abstener”:

  • cosas sacrificadas a ídolos.
  • de sangre. 
  • de animales estrangulados.
  • y de fornicación.

Este orden en la carta oficial es muy clave. La razón es porque el orden refleja los mismos mandamientos destinados también a los “residentes extranjeros” (i.e., gentiles), exactamente la misma que vemos en Levítico 17 y 18.  Bajo la Ley Mosaica, los residentes extranjeros (gentiles) debían “abstenerse” de:

  • cosas sacrificadas a ídolos (Levítico 17:1-9, énfasis en el versículo 9), 
  • de sangre (Levítico 17:10-12), 
  • de animales estrangulados (Levítico 17:13-16), 
  • y de fornicación (Levítico 18:1-30, énfasis en el versículo 26). 


Por respetar la Ley Mosaica, la carta dice “sigan absteniéndose de”, algo que los gentiles ya estarían haciendo, en lugar de “comiencen a”. Esto es muy significativo, ya que muestra que el concilio de Jerusalén no estaba ampliando la Ley Mosaica, sino reafirmándola. Por lo tanto, la extensión del verbo “abstenerse” estarían limitados al alcance y la extensión originales encontrados en la Ley Mosaica, y por esa razón es inútil discutir si esta norma se extiende a hasta estos días o no.

Esta ley no menciona el uso médico de la sangre entre dos organismos vivos, sino que habla del consumo de alimentos provenientes de un animal muerto. El principio se centra en devolver la vida al dador que permitió tomarla, reconociendo el acto de haber tomado la vida de un animal.

En cuanto a la segunda pregunta, los fariseos que se habían convertido al cristianismo esencialmente querían imponer la Ley completa de Moisés a los gentiles y convertirlos en prosélitos. La respuesta de los apóstoles básicamente mantuvo las disposiciones que ya estaban estipuladas en la Ley para los gentiles y no había extensión alguna. De esta manera, respetaron las Escrituras tal como eran y lograron apaciguar a todas las partes. Al no haber extensión nueva, sino solo reafirmar lo que los gentiles debían seguir haciendo, se les estaba liberando de la “carga” que algunos fariseos querían imponerles, pero la respuesta del decreto fue “no”. Los gentiles fueron animados a “seguir” cumpliendo la ley que ya existía para ellos.

Como es evidente, la razón de las tres preguntas es sencilla, y no hay necesidad de darle vueltas al asunto. Sin embargo, Rolf no fue capaz de darme respuesta a preguntas tan racionales. Su correo fue:



Cuando leí, “no veo ninguna razón para hacer esas preguntas”, no pude evitar pegar un asombro de vergüenza. Esas palabras, en última instancia, dicen que no existe contexto, ni se sabe el por qué se formó el concilio de Jerusalén. Es increíble que Furuli ha hecho análisis exhaustivos para atacar la interpretación tradicional de la Organización de 2 Juan 9-11, pero no aplica el mismo rigor intelectual con Hechos 15. Luego dice que el texto puede analizarse “contextualmente”, pero al evadir mis preguntas simplemente hizo todo lo contrario a “analizar contextualmente”. Al último le envié este correo como respuesta final:

 

Querido Rolf,

Agradezco su respuesta y el tiempo que ha dedicado a este intercambio. Sin embargo, me gustaría retomar algunos puntos esenciales que considero que no han sido abordados directamente y que son fundamentales para la comprensión de nuestra discusión.

Desde mi primer correo electrónico presenté un paradigma clave con respecto a la sangre: la sangre se considera santa solo cuando representa una vida que se ha perdido. Esta no es una simple observación, sino una apelación al contexto más amplio de la sangre en las Escrituras, particularmente al momento en que la sangre adquiere su santidad . Esto se hace evidente en varios pasajes bíblicos, como el relato de Abel, cuya "sangre gritó desde la tierra" después de su muerte, o en el sacrificio de Jesús, donde la sangre es valiosa no por las gotas derramadas, sino porque representaba Su vida que fue entregada a través de Su muerte . Sin esta conexión directa con la pérdida de la vida, la santidad de la sangre pierde su significado más profundo.

Al centrarme en este contexto más amplio, estoy reforzando mi punto de vista sobre cuándo la sangre se vuelve sagrada, lo que fortalece el argumento al proporcionar un marco explicativo más completo. Este enfoque no solo aclara el significado más profundo de la sangre, sino que también lo conecta con los principios teológicos más amplios en juego.

Aunque he expuesto este razonamiento y otros puntos importantes relacionados, como el principio de la legítima defensa y el contexto del mandato en Hechos 15:28-29, no he recibido respuestas que los aborden. Esto es preocupante, ya que su afirmación de que "tenemos el texto de la Biblia" y que se puede "analizar lingüística y contextualmente", pero que al final "debemos elegir si lo seguimos o no", parece sugerir que el análisis contextual es opcional. Sin embargo, para una correcta comprensión y una aplicación justa de las Escrituras, el análisis contextual y lingüístico es un requisito, no una opción.

Las preguntas que planteé en mi segundo correo electrónico, tales como:

1. ¿El mandato de los Hechos es una nueva instrucción o una reafirmación de una práctica existente?
2. ¿El verbo abstenerse amplía el alcance de la norma o lo limita?
3. ¿Buscaba el concilio añadir o aliviar cargas a los gentiles?

No son sólo cuestiones teóricas, sino que tocan el núcleo de cómo aplicamos y entendemos las enseñanzas bíblicas en situaciones de vida o muerte. Ignorar estas preguntas no sólo deja aspectos cruciales sin respuesta, sino que también omite el análisis necesario para una práctica verdaderamente cristiana.

Así como ustedes han realizado estudios detallados sobre pasajes como 2 Juan 9-11, demostrando rigor analítico en el contexto y la gramática, nos animo a aplicar ese mismo nivel de dedicación al tema de la sangre y los mandatos relacionados.

Espero sinceramente que reconsideres y podamos continuar este diálogo con una revisión más exhaustiva y profunda, con el objetivo de ser fieles a la esencia y al contexto completo de las Escrituras.

Con aprecio y respeto,
Israel Santillán

Furuli no volvió a responder. Después de este intercambio me convencí más de que tengo razón, junto con otros, de que la doctrina de la Organización tiene problemas, y que una transfusión de sangre es cuestión de consciencia.

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