Intelectualmente mal, espiritualmente bien
Generalmente valoramos alguien que dice ser cristiana
por su comportamiento y su
compromiso a la persona de Jesús más que por sus facultades intelectuales. Esta
línea de razonamiento lo vemos ya reflejado en Jesús cuando mandó a ser como
niños (Mateo 18:1-6), llenos de humildad con una fe simple. Así mismo, Pablo
destacó en varias ocasiones la importancia de la “renovación” de la mente y la
personalidad (Rom. 12:2; Col. 3:7-11) poniendo como objetivo alcanzar la “compasión,
bondad, humildad, apacibilidad y paciencia” (Col. 3:13 TNM). Es gracias a esto,
junto con el sacrificio de Jesús, que podemos “llegar al Padre” (Jn 14:6). En
este breve artículo, haré claro que el cristiano debe enfocarse en las personas
desde el amor, en YHWH y en su Hijo sin importar los errores que puedan creer mis amigos, compañeros de congregación o iglesia y cómo este modelo puede escalarse a nivel de Organización, Iglesia o denominación. Más bien, la unidad debe radicar en que entendemos la identidad de Dios de la misma forma.
Intelecto
y espiritualidad
Aristóteles
en su introducción a la Metafísica dijo: “Todos los hombres por
naturaleza desean saber”[1].
Esto indica que tenemos un deseo natural en saber, en adquirir conocimiento.
Por supuesto, el conocimiento es muy importante, pero tampoco es lo primero (1
Cor. 13:9-12). Desde una perspectiva cristiana, la salud espiritual tiene mayor
importancia que el grado intelectual. El intelecto sin Dios (o sin
espiritualidad) a menudo conduce al orgullo desmedido y al dolor, como una
llama que arde sin control y consume todo a su paso (Ecl. 1:18; 1 Cor. 8:1). Como
autor de este artículo, puedo tener muchas capacidades intelectuales que me
demarcarían del promedio fácilmente, “pero si no tengo amor, nada soy” (1 Cor.
13:1-3). Esta es la lógica que subyace en el cristianismo, todo está sostenido y
motivado por el amor. Sabiendo que “Dios es amor” (1 Jn. 4:8), recordamos que
nuestro deber como cristianos es poner el amor en alto. Pablo lo dijo así (1 Cor. 13:13):
“Y
ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de
ellos es el amor.”
Una
persona espiritual se lo asocia con alguien que tiene un amor genuino por las
cosas divinas, por las personas y por sí misma (Mar. 12:31; Ef. 5:29; 3:17-19).
Una persona espiritual busca cuidar su relación con Dios, con sus círculos, y
consigo mismo. Para lograr esto, no es necesario un intelecto alto, basta con seguir
la guía divina proporcionada a través de la Escritura (St. 3:17). La
espiritualidad es más beneficiosa que el conocimiento teológico y más que el
esfuerzo por alcanzar la precisión teológica.
La
cuestión de la interpretación teológica
Dado
que establecí que la Escritura prioriza el amor a Dios, a su Hijo y al prójimo,
¿qué hay de la teología que creemos? El problema radica en que vivimos en un
mundo plagado de información, razonamientos, filosofías y paradigmas. Cada cultura
en diversas partes del mundo arrastra una tradición religiosa, o filosófica que
desarraigarla es prácticamente imposible. Es aquí donde la cuestión de la
creencia se torna un asunto complejo. ¿Qué debo creer? ¿Qué teología debo
seguir? ¿Qué enseñanza teológica concuerda con las Escrituras y/o la tradición
de la Iglesia? El camino que tome cada persona depende de múltiples factores
dentro de la vida del individuo (factores como la cultura, su configuración
cognitiva, crianza, autoestima, grado de consciencia, etc.). El asunto es muy
complejo.
Abordaré
este asunto a más detalle en futuros artículos explicando mi paradigma de cristianismo.
Mientras tanto, puedo decir que mi tesis hace una distinción entre “creer-que”
y “creer-en”[2].
Creer-que: “El objeto de este tipo de creencia es una proposición, una afirmación
sobre lo que es el caso. Una persona puede creer-que Dios existe o que Jesús
resucitó de entre los muertos, etcétera”[3].
Creer-en: “El objeto de este tipo de creencia no es una proposición, sino más
bien una persona o comunidad de personas. Se trata de confiar en uno mismo y en
su vida a otro. Los niños creen-en sus padres, los pacientes creen-en sus
médicos y los soldados en el campo de batalla creen-en los demás”[4].
En
términos más simples, “la creencia-en es una forma de relacionarse
volitivamente con otra persona, mientras que la creencia-que es una
forma de relacionarse intelectualmente con una proposición”[5]. Si asumimos esta
distinción, el asunto de la complejidad de la creencia y la teología se torna
más fácil lidiarlo. Como cristianos, lo más importante es en quién está
orientado, internamente, el corazón. Mientras que tus convicciones
intelectuales son un resultado conjunto del ejercicio intelectual y otros
factores ambientales o sociales. No estoy relativizando la realidad. De hecho, creo
en la verdad objetiva, pero el humano es una unidad psicosomática, funciona
como un todo, y la cuestión de lo que es “verdad” se convierte en una tarea
difícil.
La
teología es una herramienta necesaria para tener una aproximación justa a Dios,
sus propósitos y promesas, pero la precisión de esta no debería considerarse como
“el fin” del cristiano. Lo que importa es la “creencia-en” sobre la “creencia-que”.
Steven Nemes lo explica de la siguiente manera:
Se
dice que lo que hace que una persona sea cristiana no son sus creencias
particulares, sino el hecho de que él o ella cree-en Jesús. Las creencias-que
de una persona, son el resultado de la forma en que las cosas le parecen, y la
forma en que algo le parece a él o ella es un resultado no solo de la forma en
que todo lo demás es en ese momento, sino también de la forma en que él o
ella es. Dicho de otro modo, las creencias son el resultado de factores
contextualmente particulares[6].
Luego
nos da la siguiente analogía:
La
forma y el tamaño de un árbol son el resultado de una serie de factores
contextuales: cuánta luz solar y lluvia recibe, si está rodeado por otros
árboles, si animales viven en él, si sus ramas son podadas, y así
sucesivamente. Aun así, crece hacia el sol de la misma manera simplemente
porque eso es lo que significa ser un árbol. De la misma manera, la creencia
cristiana en Jesús es una cuestión de crecer hacia Él, cualesquiera que sean
los detalles más precisos del contexto teórico en el que esto tiene lugar.[7]
Si una persona cree en cierta doctrina, y estoy
convencido que tal es una doctrina equivocada, no tengo razones para
condenarlo, o burlarme de él. No conozco su contexto de vida que la llevó a
aceptar esa creencia y/o a convencerse con facilidad. Algunos son más
escépticos que otros, y esto también es el resultado de factores
contextualmente particulares. Algunos se les hace más fácil aceptar y rechazar
creencias, otros se les dificulta. Por supuesto, si estamos convencidos de que
una creencia es errada y de suma importancia, podríamos hacer lo mejor para
tener un diálogo con la persona e intercambiar ideas, pero no podemos esperar
que la otra persona cambie o mude de creencia de inmediato.
Hay muchas variables por las que una persona es más
receptiva a nuevas perspectivas, o más abiertas a modificar ciertas creencias,
o reemplazar doctrinas teológicas que forman una parte de la cosmovisión. Esto
es parte inevitable de la realidad, y sucede en cualquier aspecto de la
sociedad tanto política, laboral y religiosa. No existe grupo, iglesia o denominación
cristiana en la tierra cuyos miembros tengan una completa uniformidad en sus
creencias. Las diferencias de consciencia o creencias siempre estarán presentes
y todo esto por motivos muy variados, desde un punto de vista sociológico.
El apóstol Pablo en una ocasión comentó lo
siguiente (Filipenses 3:15-16 TNM):
Por
lo tanto, los que somos maduros tengamos esta actitud mental, y, si en algún
sentido ustedes piensan de otra manera, Dios les revelará la actitud
correcta. En cualquier caso, sin importar cuánto hayamos
progresado, sigamos andando correctamente por ese mismo camino.
Si una persona de mi grupo religioso piensa o cree algo de lo que no estoy de acuerdo, no es razón para reprenderlo.
Pablo revela en sus palabras un principio útil: si en algún momento llegamos a “pensar
de otra manera”, es posible encontrar “la actitud correcta” mientras estemos “andando
correctamente por ese mismo camino”. Podríamos decir que, lo que realmente
importa es andar por el “mismo camino” hacia la misma meta, el cual es “llegar
al Padre” (Jn. 14:6). Recordemos que el primer mandamiento es amar a Jehová “con
todo tu corazón, alma y mente” (Mat. 22:37; Sal. 19:14).
Si una persona desprende características de un buen cristiano, su teología o sus creencias erradas son lo de menos. No tengo razón para reprenderlo porque mi deber es imitar al Dios
del amor. Si alguien me señala o trata injustamente por tener ciertas
diferencias, simplemente repetiré las palabras de Cristo cuando estaba a punto
de morir: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Luc.
22:34). El amor es lo que motiva al perdón, y también a amar al enemigo. De
manera similar, Pablo dijo sobre el amor (1 Cor. 13:4-5, LBLA):
El
amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es
jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo
suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido.
Testigos de Jehová: ¿intelectualmente mal, espiritualmente
bien?
Como mencioné en el anterior subtema, si una persona
perteneciente a mi denominación tiene creencias que en el fondo sé que son
erradas, lo seguiré amando porque se encuentra en el “mismo camino” y en la
misma meta que yo. Además, porque él y yo acertamos que Dios no es Trinidad, sino unipersonal, es amor y no envía a las personas al tormento eterno. No importa si esta persona está mal dirigida
intelectualmente en ciertos temas, más bien, me interesa que esté bien dirigida espiritualmente.
¿Es realmente necesario hacerle cambiar de creencias? En la mayoría de los casos,
no es necesario. Muchas de las veces no conocemos el impacto que tendrá la mudanza
de una creencia a otra. He conocido casos que, por cambios minúsculos, una
persona ha tenido consecuencias psicológicas y espirituales graves. Discutir el porqué de este fenómeno no tiene sentido, ya que en sí mismo es un tema complejo
compuesto de cientos de variables. El punto es que factores contextuales particulares
determinan cuán sensible una persona puede ser a un cambio.
Mi preocupación no debe ser en el “creer-que” de mi
amigo, sino en su “creen-en”. ¿Cuánto deposita su confianza en el Padre y en el
Hijo? ¿Cree-en Jesús como nuestro Salvador y Mesías? No me debería importar
cuánto conocimiento tiene él sobre el Padre y el Hijo, sino cuánto se inclina a
ellos. El conocimiento intelectual, metafísico o complejo no es requisito
necesario para tener una relación con una persona. ¿Es necesario que mi amigo entienda
correctamente la doctrina del Tiempo de los Gentiles para tener una relación estrecha con el Padre y el Hijo? Ningún Testigo de Jehová en su sano juicio
dirá que sí. Aunque creo que tal doctrina está completamente errada[8], no voy a reprender a
aquellos que aún, de buena fe, creen que es correcta. Lo importante es que los Testigos de Jehová están en lo correcto en la enseñanza más fundamental de todas: Dios es amor y unipersonal, y no manda a las personas a un lugar de tormento eterno consciente.
Sin importar lo equivocado que esté mi amigo, eso no me impide tener una relación amistosa con él, y la precisión teológica e intelectual no debería ser el requisito para tener tal amistad, simplemente es necesario entender en qué consiste el amor cristiano y el amor de Dios.
Ahora, este amigo se llamará “Testigos de Jehová”. Yo
como miembro de los TJ, adopto la mentalidad de que la salud espiritual es lo
más importante dentro de una iglesia. Mi denominación “Testigos de Jehová” sostiene creencias importantes correctas, pero otras creencias están erradas, es decir, que hasta cierto punto mi denominación está intelectualmente mal dirigida,
pero al mismo tiempo reconozco que espiritualmente está bien dirigida.
Si mi amigo de nombre “Testigos de Jehová” tiene creencias erradas, ¿tengo razón para reprenderlo? No debería, ya que mi amigo comparte también creencias (importantes) correctas, está bien dirigido espiritualmente y porque promueve mi salud espiritual, así como lo haría el apóstol Pablo. Este amigo comete errores, algunos graves y otros no, pero el amor “todo lo soporta” y no lleva cuenta del daño. Ante todo, veo a este amigo que se esfuerza por alimentarme espiritualmente en lo que pueda. A pesar de no tener un alto intelecto, me motiva al amor de Jehová. Este amigo me recuerda que, por más intelecto que yo tenga, “si no tengo amor, nada soy”. ¿Qué debería valorar más, su alto intelecto o su alta espiritualidad?
La Organización de los Testigos de Jehová tiene
problemas con la ortodoxia y ortopraxia, pero a diferencia de
otras iglesias, veo que es la única donde hay una preocupación más acentuada
por la espiritualidad de sus miembros. Esto ha llegado a un punto donde la confianza
entre miembros es muy alta y existe un amor especial a nivel internacional que
es muy difícil verse reflejada en otras iglesias. Todas las iglesias tienen en
su historia y en su teología elementos que son, o fueron en su tiempo, polémicos.
Por ejemplo, la Iglesia Ortodoxa (de la línea Bizantina) es admirable en muchos
aspectos, como la theosis, la preservación de las iglesias en la historia,
sus ritos que buscan conectar con la divinidad, etc. Pero se enfrentan al gran
problema de que han adoptado una actitud muy tradicionalista conduciéndolos a
la excesiva intervención política y guerras. También hay mucho racismo y antisemitismo
en sus miembros.
Los Testigos de Jehová no están exentos de problemas algo polémicos, pero creo que han logrado priorizar muy bien
la salud espiritual en la mente de los miembros, y esto es mejor, porque es
esto lo que prioriza también Jesús, los apóstoles y la Escritura en general.
Han logrado muy bien en tener un buen direccionamiento espiritual. Mientras
conversaba con un amigo y hermano de Texas, dijo lo siguiente:
Pero
mira todo lo bueno que vemos ahora: una hermandad casi libre de racismo,
relativamente libre de inmoralidad sexual, robo, embriaguez, etc., una
hermandad dispuesta a darlo todo por el reino de Cristo en contraposición a la
división de la política y los conflictos actuales.
Otra amistad de Italia me comentó por correo:
Vivimos
en una época de gran agitación, donde la fe de todos nosotros está siendo
probada y será puesta a prueba aún más en un futuro cercano. No desistamos
ahora. He asistido a varios grupos religiosos (Valdenses, Pentecostales,
Adventistas, Católicos) estudiando su teología en profundidad, y me he
convencido de una cosa: Los Testigos de Jehová, a pesar de todos los problemas
tanto de ortodoxia como de ortopraxis, son el grupo que más se acerca al modelo
dejado por Jesús.
Rolf J Furuli también se une y nos dice:
Una
de las personas con las que estudié la Biblia, me preguntó una vez: ‘¿Cuál es
la mejor evidencia que puedes señalar, mostrando que los Testigos de Jehová son
guiados por el espíritu de Dios?’ Después de considerarlo, respondí: ‘La mejor
evidencia es que tantas personas imperfectas con diferentes personalidades
pueden trabajar juntas en paz y unidad con tan pocos problemas. ¡Esto es
evidencia de la obra del espíritu de Dios!’[9]
Si nos centramos en el comportamiento general,
los Testigos de Jehová han logrado entender muy bien lo que involucra la vida
cristiana. Son “imitadores de Cristo” en su manera más pragmática posible. Esto
también podemos verlo evidenciado en la historia de los Testigos de Jehová. En el
capítulo 25 de la obra The Routledge Handbook of Religion, Mass Atrocity,
and Genocide (2021) aborda la reacción de los TJ ante el sometimiento de
sus enemigos en tiempos de la Segunda Guerra Mundial y la controversia de Ruanda.
El capítulo se llama “Testigos de Jehová como ‘ciudadanos del Reino del Dios’”,
muy recomendado. Este capítulo es largo, así que colocaré pocas citas con el
fin de confirmar la tesis de mi artículo:
La
comunista alemana Margarete Buber, encargada de un bloque para testigos en el
campo de Ravensbrück, observó que los testigos no se robaban entre ellos y
compartían la comida equitativamente entre todos. Escribió: “Cada una de las
mujeres no solo era altamente consciente personalmente, sino que se consideraba
responsable del bienestar del grupo en su conjunto” (Buber 1950, 224). Un judío
checo en Neuengamme se maravilló de que después de trabajar todo el día en agua
helada, los testigos compartieran la mitad de su ración de pan con testigos
recién llegados de Dachau (Daxelmüller 2001, 25). A pesar de la solidaridad,
permanecer en cautiverio en lugar de negar su fe significaba trabajo
extenuante, enfermedad, desnutrición, brutalidad y muerte prematura . . . El
alemán Wolfgang Kusserow dijo: “La ley más grande y sagrada que [Dios] dio a la
humanidad es: ‘Amarás a tu Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti
mismo’. Otros mandamientos dicen: ‘No matarás’. ¿Acaso nuestro Creador escribió
todo esto para los árboles?” (Smith 1991)[10].
Sobre el comportamiento de los TJ con otros
grupos, leemos:
El
periodista J. Kirschbaum informó que, a pesar de un boicot nazi, los Testigos
en Danzig “intencionalmente frecuentaban tiendas judías justo cuando los
hitlerianos estaban estacionados afuera” (5). Cuando la ley nazi prohibió a los
judíos entrar en las tiendas alemanas, mujeres Testigos daban a sus vecinos
judíos “comida o leche sin pedir nada a cambio” (5). El Testigo Martin Bertram
también se negó a colocar el letrero excluyente “Negocio alemán” en su
panadería de Frankfurt porque “no quería participar en la muerte de los judíos”
(Institut für Stadtgeschichte 2006, 15). Más tarde, Bertram pasó siete
años en un campo, donde continuó compartiendo pan con judíos (Chu 2002;
Institut für Stadtgeschichte 2006, 15)[11].
Más adelante:
El
folclorista Christoph Daxelmüller (2001) compiló comentarios de prisioneros no
Testigos, incluidos aquellos que no les gustaba el evangelismo incesante de los
Testigos. Consistentemente describen a los prisioneros Testigos como “siempre
amables y amigables” (30), “modestos, disciplinados, trabajadores, pacientes”
(31) e “irreprochables en su conducta” (32). El estudio de Daxelmüller sobre la
literatura de sobrevivientes concluye: “Ningún otro grupo sólidamente unido
recibió el mismo respeto duradero como seres humanos que los Estudiantes de la
Biblia... una isla de paz y esperanza, igualmente estimada por todos los
prisioneros” (32-33). “Puedo decir, para que todo el mundo lo escuche”, declaró
uno, “la grandeza que mostraron fue simplemente admirable. Fue su conducta en
los campos de concentración lo que contribuyó a que no perdiera mi fe en la
humanidad” (Garbe 2008, 26)[12].
Sobre la revuelta contra los Tutsi en Ruanda, comenta:
Su
neutralidad provocó animosidad, pero también obstaculizó que la ideología
extremista se infiltrara en la vida congregacional. Invocando la autoridad
bíblica, los ancianos Testigos enfatizaron la imparcialidad de Dios y el origen
común de la humanidad (Hechos 10:34, 35; 17:26). Los Testigos rechazaron
divisiones étnico-políticas, llamándose mutuamente “hermano” y “hermana”. Los
Testigos hutus ayudaron a sus hermanos tutsis económicamente desfavorecidos.
Los matrimonios mixtos y la mezcla social eran comunes[13].
También dieron la vida por otros, leemos:
Un
equipo de Testigos ayudó a decenas a escapar, hasta que milicianos atraparon y
mataron a dos de los rescatadores. Los Testigos hutus no solo dieron refugio a
sus compañeros Testigos, sino también a otros. Albert Bahati albergó a más de
30 personas en su hogar. Valerie Musabyimana y Angeline Musabwe escondieron a
nueve, incluyendo a una mujer embarazada (WTBTS 2012, 201–212, 216). La maestra
católica Consolée Mukany-iligira acudió a John Munyakazi, un Testigo que apenas
conocía. Ella dijo que aunque él escondía a otras 12 personas, “no dudó ni un
segundo” en darle refugio a ella y a siete niños. La maestra y los niños
sobrevivieron, pero los milicianos asesinaron a Munyakazi y a un compañero
Testigo en un puesto de control (WTBTS 2019, 9; Entrevista de Chu, 10 de marzo
de 2019)[14].
Pensamientos finales
Si bien es cierto que los Testigos de Jehová son una denominación tan imperfecta como otras, hay que destacar que han identificado el aspecto más importante de la vida cristiana y lo han promovido muy bien para la mayoría de sus miembros, en más de 200 países. A pesar de que algunas de sus doctrinas las considero erradas, la más importante permanece, y tiene que ver con la identidad de Dios como amor, unipersonal (no tripersonal), no envía a sus criaturas al tormento eterno consciente, y nos ha dado una esperanza para el futuro.
De la
misma manera que considero a muchos amigos (Testigos y no-Testigos) como intelectualmente
equivocados, muchos de ellos están espiritualmente bien. ¿Debería quejarme por
eso? Pueda que mi conocimiento intelectual esté muy por delante
de ellos, pero en espiritualidad ellos están muy por delante de mí. ¿Acaso
ellos no están priorizando lo que la Escritura, Jesús y los apóstoles también
priorizaron? Así es.
El amor no lleva cuenta del daño y todo lo
aguanta. El amor bien dirigido produce frutos, destaca lo positivo de cada cristiano
y, a su vez, esto contribuye a mi felicidad interna. En línea con esto, Marco
Aurelio en su obra Meditaciones (VI, 48) dijo lo siguiente:
Cada
que quieras animarte, piensa en las cualidades de tus semejantes: la energía de
uno, por ejemplo, la decencia de otro, la generosidad de un tercero, algún otro
mérito de un cuarto. No hay nada que anime más que la estampa de virtudes
manifiestas en los caracteres de los colegas. Y mientras más grande sea la
incidencia colectiva, mejor. Así que mantenlos a mano[15].
En el siguiente
artículo expandiré esta tesis, pero desde una perspectiva más personal, involucrando
pensamientos internos desde la experiencia directa, mi aventura en otras
ciudades, las últimas amistades que he creado, mis vivencias en República
Dominicana (país al que recientemente visité) y como el mezclarme con miembros TJ de una nueva
cultura reforzó mi deseo por continuar apoyando a la Organización.
[1] Aristóteles. (2014). Metafísica (T.
C. Martínez, Trad.). Gredos.
[2] Esta distinción la hace Steven Nemes en varios
de sus trabajos académicos las cuales recomiendo mucho.
[3] Nemes,
S. (2023). Theology of the Manifest: Christianity Without Metaphysics.
Fortress Academic, p. 127.
[4] Ibid, p.
127.
[5] Ibid, p. 127.
[6] Nemes, S. (2022) Orthodoxy
and Heresy. Cambridge: Cambridge University Press, p. 55.
[7] Ibid, p. 55.
[8] Véase mi artículo, "Mi historia con el Tiempo de los Gentiles",
[9] Furuli,
Rolf. (2022). My Beloved Religion. Noruega: Awatu Publishers, p. 440.
[10] Brown,
S. E., & Smith, S. D. (2021). The Routledge Handbook of Religion, Mass
Atrocity, and Genocide. p. 272.
[11] Ibid, p. 273.
[12] Ibid, p. 273.
[13] Ibid, p. 275.
[14] Ibid, p. 275-6.
[15] Aurelio, Marco. (2023). Meditaciones.
Colombia: Sin Fronteras Grupo Editorial, p. 118.
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