Diferencia entre "religión" y "denominación"

Martín Lutero en la Dieta de Worms, 1521

Un amigo me preguntó en privado si podía aclarar la diferencia entre “religión” y “denominación”. Respondí afirmativamente, explicando estos términos en un contexto cristiano. Esta breve conversación me llevó a desarrollar una explicación más profunda y detallada para abordar mejor este tema.

En ambientes cristianos, a menudo escuchamos preguntas como “¿de qué religión eres?”, a las que se responde frecuentemente con “soy católico” o “soy pentecostal”. En estos casos, los términos “religión” y “denominación” se utilizan como si fueran intercambiables, algo que culturalmente se ha aceptado, pero que podría conducir a confusión conceptual. A continuación, un ejemplo para ilustrarlo:

Imaginemos un turista de Marruecos en Bolivia. Durante una conversación, un boliviano curioso le pregunta:

Boliviano: ¿De qué religión eres?

Marroquí: Soy suní.

Boliviano: No lo he escuchado, ¿de qué se trata?

Marroquí: Es mi religión y seguimos las
enseñanzas 
de nuestro profeta Mahoma.

Boliviano: Ahora entiendo, entonces tu religión
es el islam. Eres musulmán.

Marroquí: Correcto.

 

Supongamos ahora la situación inversa, donde un boliviano visita Marruecos y el marroquí le hace la misma pregunta:

Marroquí: ¿De qué religión eres?

Boliviano: Soy pentecostal.

Marroquí: No lo he escuchado, ¿de qué se trata?

Boliviano: Somos una religión que sigue las
enseñanzas de nuestro Señor y Salvador Jesús.

Marroquí: Ahora entiendo, entonces tu religión es
el cristianismo. Eres cristiano.

Boliviano: Correcto.

 

¿Se nota la confusión? En ambos casos, observamos cómo el término “religión” se usa de forma ambigua. Para muchos cristianos, “religión” parece funcionar como sinónimo de “denominación”. Este uso más amplio del término es comprensible, ya que “religión” alude a un conjunto de prácticas y creencias, lo cual es común a todas las denominaciones cristianas, desde católicos hasta pentecostales y testigos de Jehová. Sin embargo, distinguir entre ambos términos nos permite aplicar cada uno de manera más precisa y sin ambigüedades en contextos religiosos y sociales.

Para comprender mejor esta diferencia, conviene entender “religión” como un movimiento o corriente ideológica originado en un personaje central que impartió un conjunto de enseñanzas, principios y mandatos. En cambio, “denominación” es el grupo que posee una interpretación específica de estas enseñanzas dentro de la misma religión o corriente. En el caso cristiano, el cristianismo representa la religión, originada en las enseñanzas de Jesús; mientras que grupos como los católicos romanos, los ortodoxos griegos, los coptos y los testigos de Jehová constituyen denominaciones, que se diferencian por sus interpretaciones y prácticas, pero comparten la figura central de Jesucristo. En el caso musulmán, el islam representa la religión, originada en las enseñanzas de Mahoma; mientras que los sunís, shiítas, sufíes, etc. se constituyen como denominaciones.

Para ilustrarlo con mayor claridad: un católico romano, un bautista y un testigo de Jehová pueden afirmar que son cristianos, pues todos subsisten en la misma figura de Jesús. Esta figura compartida los une bajo una sola religión: el cristianismo. Esto resulta más comprensible si lo situamos en un paradigma eclesiológico protestante, donde se establece una distinción entre la “iglesia visible” y la “iglesia invisible” (por ejemplo, en el Catecismo Mayor de Westminster, P. 62 y P. 64), describiendo la iglesia visible como la reunión de los santos y la iglesia invisible como la reunión de los elegidos bajo la misma cabeza, que es Jesús. Desde esta perspectiva, cambiar de denominación no significa cambiar de iglesia o de religión; más bien, representa una transición de experiencia dentro de la misma fe en Cristo. 

Cambiar de denominación es mudarse de experiencia, pero no de religión. Por ejemplo, un bautista se siente atraído por la manera en la que los Ortodoxos ejercen su fe (a través de la theosis, divina liturgia, un bautismo con tres inmersiones, etc) y decide convertirse a la Iglesia Ortodoxa Griega. El bautista no abandonó ninguna religión, simplemente se mudó de experiencia, i.e. de denominación. El bautista sabe bien que la salvación no es cuestión de locación, sino de fe y obediencia a la figura de Jesús.

Cada denominación expresa su fe de acuerdo con sus ritos, cánticos y formas de congregarse, influenciados por factores como la ubicación geográfica, los supuestos filosóficos y el contexto cultural de su origen (he desarrollado más este tema en un artículo anterior). En resumen, religión es el movimiento global que agrupa un conjunto de enseñanzas compartidas (en este caso, el cristianismo), mientras que denominación es una interpretación particular dentro de la misma religión. Cambiar de denominación implica un cambio en la forma de experimentar y practicar la fe, pero no en la religión a la que se pertenece.

 

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